A pesar del tratamiento médico completo y el uso de bromocriptina, la función cardíaca no mejoró tras tres meses, y se perdió el seguimiento antes de decidir entre un marcapasos o un trasplante.
Por: Mariana Mestizo Hernández
Una mujer puertorriqueña de 30 años, sin antecedentes médicos ni quirúrgicos previos, ingresó a una institución hospitalaria en Puerto Rico en el día 56 del posparto con síntomas respiratorios y signos de compromiso sistémico. La paciente, con un índice de masa corporal de 29,2 kg/m², había dado a luz por segunda vez mediante parto vaginal a término en Nueva York y se trasladó a Puerto Rico cinco días antes del inicio del cuadro agudo.
Durante el embarazo y el parto no se reportaron complicaciones, y la paciente refirió no haber recibido atención posparto. Tampoco presentó antecedentes de hipertensión, preeclampsia, diabetes o hemorragias. A pesar de haber acudido previamente a otro centro médico por síntomas generales como tos seca y escalofríos, fue dada de alta con exámenes normales. Sin embargo, la progresión de los síntomas motivó una nueva consulta por disnea, palpitaciones y fatiga.
Evaluación inicial: compromiso cardiovascular y respiratorioA su llegada, la paciente presentó palidez, lentitud mental y dificultad respiratoria. Los signos vitales mostraban estabilidad hemodinámica relativa: presión arterial de 100/72 mmHg, frecuencia cardíaca de 78 lpm, frecuencia respiratoria de 15 rpm y saturación de oxígeno de 98 %. El examen físico reveló distensión yugular, crepitaciones pulmonares bilaterales y edema pedal.
Una radiografía de tórax mostró cardiomegalia y signos de congestión vascular. El ecocardiograma 2D confirmó una dilatación severa del ventrículo izquierdo con fracción de eyección (FEVI) menor al 20 % e hipocinesia global. Los hallazgos de laboratorio indicaron disfunción multiorgánica: elevación significativa de transaminasas (AST: 2092, ALT: 1579), troponinas (3358,91), BNP (1312), lactato (6,28) y creatinina (1,04).
Diagnóstico y manejo inicial
Ante el cuadro de insuficiencia cardíaca aguda en shock cardiogénico, la paciente fue ingresada en la unidad de cuidados intensivos (UCI) e inició soporte con vasopresores. La angiografía por tomografía computarizada descartó embolia pulmonar. Se administró anticoagulación profiláctica y compresión neumática para prevenir trombosis venosa profunda.
Se realizaron múltiples pruebas para descartar causas infecciosas, autoinmunitarias, toxicológicas y endocrinas. Todas resultaron negativas, lo que apoyó el diagnóstico de miocardiopatía periparto (MCP). Dado que no se contaba con acceso a ECMO en la isla, se optó por tratamiento médico optimizado, incluyendo bromocriptina y el inicio progresivo del tratamiento médico dirigido por guías (GDMT) una vez estabilizada la presión arterial.
Evolución y tratamiento
De acuerdo con los autores (Vega-Figueroa et al) tras varios días en UCI, la paciente fue trasladada a telemetría. Se le colocó un chaleco desfibrilador (LifeVest) y se inició terapia completa para insuficiencia cardíaca. Asimismo, se le insertó un dispositivo intrauterino (DIU) de levonorgestrel para evitar futuros embarazos, dada la contraindicación médica por su estado.
La paciente fue dada de alta clínicamente estable, con mejoría sintomática y seguimiento programado en cardiología. Sin embargo, en la evaluación a los tres meses, el ecocardiograma no mostró mejoría significativa en la función ventricular. Ante la persistencia de la disfunción severa, fue derivada a electrofisiología para considerar la colocación de un marcapasos o una eventual inclusión en lista de trasplante cardíaco. Se perdió el seguimiento posterior.
Una enfermedad poco frecuente y de difícil manejo
La miocardiopatía periparto es una forma de insuficiencia cardíaca sistólica que aparece al final del embarazo o en los primeros meses posparto. Su etiología aún no está completamente esclarecida, aunque se cree que es multifactorial. Los factores de riesgo incluyen hipertensión, edad materna avanzada, multiparidad y preeclampsia.
En este caso, se evidenció un cuadro grave con disfunción multiorgánica asociada a una FEVI <20 %, sin antecedentes clínicos previos ni complicaciones obstétricas. El retraso en la atención posparto y la falta de acceso a tecnologías avanzadas como ECMO limitaron las opciones terapéuticas. A pesar del uso de bromocriptina, cuyo beneficio ha sido documentado en pacientes con FEVI muy reducida, no se observó mejoría ecocardiográfica significativa tras tres meses de tratamiento.
La paciente recibió tratamiento médico completo, pero el compromiso multiorgánico planteó desafíos adicionales. Este tipo de casos resalta la necesidad de identificar tempranamente la MCP y de contar con infraestructura adecuada para intervenciones de soporte avanzado.