La enfermedad mental afecta la salud cardiovascular

La respuesta del cuerpo al estrés es deficiente, lo que exacerba los efectos negativos del estrés crónico.

Por: Yolimarian Torres


La enfermedad mental representa una importante carga mundial de morbilidad en todo el mundo. Se ha planteado la hipótesis de que las personas con enfermedades mentales tienen mayores fluctuaciones de la presión arterial que conducen a un mayor riesgo cardiovascular y daño a los órganos diana.

Esta revisión sistemática tiene como objetivo (i) investigar la asociación entre la enfermedad mental y la variabilidad de la presión arterial (BPV) y (ii) describir los métodos de medición y análisis de BPV que pueden afectar el patrón y el grado de variabilidad.

Métodos:

Se realizaron búsquedas en cuatro bases de datos electrónicas desde el inicio hasta 2020. La evaluación de la calidad se realizó utilizando los criterios STROBE.

Los estudios se incluyeron si investigaron la VBP (incluido el análisis del dominio de la frecuencia o del tiempo) en personas con enfermedades mentales (en particular, ansiedad/trastorno de ansiedad generalizada, depresión/trastorno depresivo mayor, trastorno de pánico y hostilidad) y sin hipertensión.

Dos autores examinaron de forma independiente los títulos, los resúmenes y los textos completos. Un tercer autor resolvió cualquier desacuerdo.

Resultados:

Doce estudios cumplieron los criterios de inclusión. Tres estudios midieron el BPV a corto plazo, dos midieron el BPV a largo plazo y siete midieron el BPV a ultracorto plazo. Todos los estudios relacionados con el BPV a corto plazo que utilizaron monitoreo ambulatorio y domiciliario de la presión arterial encontraron un BPV más alto en personas con depresión o trastorno de pánico.

Los dos estudios que midieron la BPV a largo plazo se limitaron a la población de mayor edad y encontraron resultados mixtos. La enfermedad mental se asocia significativamente con un aumento de BPV en adultos jóvenes y de mediana edad.

Todos los estudios de BPV a ultracorto plazo utilizando evaluación autonómica cardíaca estándar; las señales no invasivas continuas de presión arterial y frecuencia cardíaca en los dedos encontraron una asociación significativa entre la BPV y la enfermedad mental. Se observó un resultado mixto relacionado con el grado de inclinación durante la evaluación de la inclinación y entre respiración controlada y espontánea en pacientes con estado psicológico.

Conclusiones:

La revisión actual encontró que las personas con enfermedad mental se asocian significativamente con un aumento de BPV independientemente de la edad. Dado que la enfermedad mental puede contribuir al deterioro de la función autonómica (HRV, BPV), la intervención terapéutica temprana en enfermedades mentales puede prevenir enfermedades asociadas con la desregulación autonómica y reducir la probabilidad de resultados cardíacos negativos. Por lo tanto, estos hallazgos pueden tener implicaciones importantes para la salud física y el bienestar futuros de los pacientes, lo que destaca la necesidad de una reducción integral del riesgo cardiovascular.

Discusión de la comunidad médica 

Científicos de la Universidad de Australia del Sur han descubierto otra razón por la cual la sociedad debería prestar más atención a la salud mental: está estrechamente relacionada con las variaciones de la presión arterial y la frecuencia cardíaca.

Un nuevo estudio publicado en BioMedical Engineering establece un vínculo entre la enfermedad mental y la presión arterial muy fluctuante, lo que puede provocar enfermedades cardiovasculares y daños en los órganos.

El investigador de UniSA, el Dr. Renly Lim, y sus colegas de las universidades de Malasia dicen que existe evidencia clara de que la enfermedad mental interfiere con las funciones autónomas del cuerpo, incluida la presión arterial, la frecuencia cardíaca, la temperatura y la respiración.

“Revisamos 12 estudios sobre personas con ansiedad, depresión y trastornos de pánico y descubrimos que, independientemente de la edad, la enfermedad mental se asocia significativamente con mayores variaciones de la presión arterial durante el día”, dice el Dr. Lim.

“También encontramos que para las personas con enfermedades mentales, su frecuencia cardíaca no se adapta a los factores estresantes externos como debería.

“Al contrario de lo que mucha gente piensa, un corazón sano no es el que late como un metrónomo. En cambio, debe ajustarse para resistir los desafíos ambientales y psicológicos. Un ritmo cardíaco que cambia constantemente es en realidad un signo de buena salud”.

La variación reducida de la frecuencia cardíaca (VFC) es común en personas con enfermedades mentales e indica que la respuesta del cuerpo al estrés es deficiente, lo que exacerba los efectos negativos del estrés crónico.

A diferencia de la frecuencia cardíaca de una persona (cuántas veces late un corazón en un minuto), que suele ser constante, la HRV es más compleja y es el tiempo entre dos latidos cardíacos, que debería cambiar según los factores estresantes externos.

“Lo que buscamos no es un ritmo cardíaco que cambie constantemente, sino una variación alta del ritmo cardíaco. Esto se logra a través de una dieta saludable, ejercicio, bajo estrés y buena salud mental”.

La HRV baja ocurre cuando el cuerpo de una persona está en modo de lucha o huida, se estresa fácilmente y es común en personas con enfermedades crónicas, incluidos problemas cardiovasculares y de salud mental.

Si bien las grandes variaciones de la presión arterial (BPV) durante el día no son ideales, por la noche la presión sistólica debe disminuir entre un 10 y un 20 por ciento para permitir que el corazón descanse. Los investigadores encontraron que en las personas con problemas de salud mental, su presión arterial no baja lo suficiente por la noche.

La reducción de la inmersión (menos del 10 por ciento) puede ser causada por muchos factores, incluida la disfunción autonómica, la mala calidad del sueño y los ritmos circadianos interrumpidos que regulan el ciclo de sueño y vigilia.

“La conclusión de este estudio es que debemos prestar más atención a los impactos físicos de las enfermedades mentales”, dice el Dr. Lim.

“Es una carga global importante, que afecta a entre el 11 y el 18 por ciento (mil millones) de personas en todo el mundo. Dado que la enfermedad mental puede contribuir al deterioro de la regulación del corazón y la presión arterial, la intervención terapéutica temprana es esencial”.



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