Especialista enfatiza en la importancia de identificar diferentes exámenes para llegar al diagnóstico adecuado.
Por: Isbelia Farías
Los biomarcadores son sustancias que predicen un estado biológico, que puede ser normal o patológico. En la esclerosis múltiple se ha tratado de identificar aquellos biomarcadores de diagnóstico y pronóstico, así como predictores de respuesta y seguridad para los tratamientos.
El uso de los biomarcadores permite que el personal médico pueda tomar decisiones con base en las características particulares de cada paciente, con resultados predecibles. Un proceso que constituye la medicina de precisión, es decir, el poder conocer el perfil de la enfermedad a nivel individual, lo cual guarda diferencias con la medicina individualizada, que se basa en probabilidades y experiencia profesional.
Respecto a la esclerosis múltiple, la neuróloga Yadira Dacosta, presidenta de la Academia puertorriqueña de Neurología, resalta que “dependiendo del área que esté afectada, se presentarán ciertos síntomas, algunos son no específicos como mareos, problemas urinarios, motores, sensoriales, de la vista, entre otros, pero depende del área que esté afectada o inflamada en el cerebro, por lo que no hay un síntoma en específico, sino más bien un conjunto de síntomas”. En Puerto Rico, la tasa de esclerosis múltiple es alta, aclara la experta.
Dacosta añade que la esclerosis múltiple es una enfermedad desmielinizante donde hay un proceso inflamatorio y que ataca al sistema nervioso central. Uno de los exámenes que se realizan es el emaray para buscar indicios de procesos inflamatorios. Además de este estudio, también se practica una punción lumbar para examinar el líquido cefalorraquídeo para buscar unos marcadores que pueden arrojar un diagnóstico de esclerosis múltiple.
La neuróloga Dacosta indica que: “es importante que este diagnóstico no sea apresurado”, ya que se necesita de un diagnóstico certero. Para ello, el paciente debe cumplir con todos los criterios, descartando otras condiciones, y así proceder con un tratamiento que es de por vida.
El tratamiento es individualizado, pese a que hoy existen muchos tratamientos. La finalidad de todos es que no haya daño a la mielina. Una conversación entre el paciente y el médico es necesario para proceder con el tratamiento indicado. Hay algunos que son subcutáneos, otros son orales o infusiones. Se toma en cuenta el estilo de vida del paciente para que el tratamiento sea el más adecuado.
La esclerosis múltiple presenta varios estadios. Hay pacientes que tienen un relapso, recaen, este es el tipo más común que se observa. Luego viene la secundaria-progresiva y la primaria- progresiva que es la más preocupante, pues, luego del primer síntoma, el paciente no regresa, sino que sigue progresando.
Dacosta señala que el marcador más importante “es el examen neurológico, cuando el paciente presenta síntomas nuevos y se lo comunica al neurólogo”. Luego del tratamiento, cuando pasa el periodo de la exacerbación, se analiza si el tratamiento está siendo efectivo o si amerita un cambio.
Un nuevo estudio identifica biomarcador
Un nuevo estudio ha identificado el factor de crecimiento opioide (OGF) como un biomarcados para el inicio y progresión de la esclerosis múltiple.
Patricia L. McLaughlin, MS, DEd, profesora de ciencias neurales y del comportamiento en la Facultad de Medicina de la Universidad de Pensilvania, dijo que la investigación fue impulsada por estudios que mostraban que los ratones con una afección similar a la esclerosis múltiple que recibieron un tratamiento exógeno de factor de crecimiento opioide habían mejorado movimiento y comportamiento, así como períodos más prolongados de remisión.
El tratamiento funcionó en ratones con las formas crónica y recurrente-remitente de la enfermedad. La investigación también mostró que el tratamiento con dosis bajas de naltrexona (LDN) para estimular la producción de OGF ayudó a los ratones.
McLaughlin señaló que el beneficio de la terapia de factor de crecimiento opioide se demostró en numerosos estudios a partir de 2009, y la mejora parecía ocurrir tanto cuando el tratamiento se administraba al comienzo de la enfermedad como cuando la enfermedad ya se había manifestado.
“Por lo tanto, creíamos que OGF estaba desregulado y que, como parte del eje OGF-OGFr (receptor), no podía controlar (o reprimir) la proliferación de células inflamatorias”, dijo McLaughlin. "Por lo tanto, apuntamos a OGF como un factor potencial que estaba regulado a la baja o deficiente en pacientes con esclerosis múltiple".
Para probar su hipótesis, McLaughlin y sus colegas examinaron los niveles de OGF en suero en pacientes con esclerosis múltiple y en modelos de ratones. Descubrieron que los pacientes con esclerosis múltiple tenían niveles de OGF más bajos que los pacientes sanos. En modelos de ratones, mostraron que los niveles más bajos de OGF estaban asociados con la progresión de la enfermedad.
Análisis de biomarcadores en el suero y el líquido cefalorraquídeo (LCR) de pacientes con EM
Tal como se ha mencionado, los biomarcadores ayudan en el diagnóstico y pronóstico de la esclerosis múltiple temprana.
Hasta hace poco, no había marcadores bioquímicos específicos disponibles para confirmar el diagnóstico de esclerosis múltiple (EM).
Un equipo de investigación español y francés desarrolló un árbol de decisiones basado en los resultados del análisis de biomarcadores en el suero y el líquido cefalorraquídeo (LCR) de pacientes con EM. Lidia Fernandez-Paredes, MD, y Silvia Sanchez-Ramon, MD, ambas en el departamento de inmunología clínica del Hospital Clínico San Carlos en Madrid, España, codirigieron el equipo de investigación.
Esta falta de biomarcadores a menudo resultó en un retraso en el diagnóstico y tratamiento de la EM mientras los médicos esperaban que ocurriera una recaída o los resultados de los estudios secuenciales de neuroimagen para confirmar la presencia de lesiones diseminadas en el sistema nervioso central. Este estudio se realizó para proporcionar a los médicos un medio para diagnosticar la EM mediante el uso de biomarcadores específicos.
En un estudio transversal anterior en 2 cohortes independientes de pacientes con EM, el equipo utilizó vías biológicamente plausibles para identificar un panel de 12 biomarcadores que podrían permitir a los investigadores discriminar entre las 2 formas principales de EM al inicio de la enfermedad: EM recurrente-remitente (EMRR) y EM progresiva primaria (EMPP).
La capacidad de discriminar entre las 2 formas podría permitir a los médicos realizar un diagnóstico más específico y brindar un tratamiento más adecuado antes, lo que podría retrasar que la enfermedad se vuelva irreversiblemente incapacitante.
En el estudio actual, el equipo determinó qué biomarcadores de este panel podrían ser más útiles para diagnosticar la EM en las primeras fases de la enfermedad, así como para predecir su curso. Para hacer esto, recolectaron muestras de suero y LCR de 89 pacientes a los que se les había diagnosticado recientemente EM, 97 pacientes con otras enfermedades neurológicas (59 no inflamatorias y 38 inflamatorias) y 46 controles sanos de la misma edad.
Después de analizar los niveles de biomarcadores en las muestras, el equipo concluyó que los niveles séricos de interleucina-7 (IL-7) y el ligando 10 de quimiocinas con motivo C-X-C (CXCL10) parecían proporcionar los medios más precisos para identificar grandes diferencias en el riesgo de enfermedad.
Un nivel sérico de IL-7 <141 pg/mL identificó a los pacientes con EM al inicio, y aquellos que también tenían un nivel de CXCL10 <570 pg/mL tenían mayor riesgo de tener la forma progresiva primaria de EM.
“Comenzamos este trabajo hace años en estrecha colaboración con Matthew Albert en el Instituto Pasteur de París”, dijo Sánchez-Ramón. “Este trabajo es la continuación. Validar estos marcadores al inicio de las manifestaciones clínicas podría ser especialmente útil para la toma de decisiones terapéuticas”.
“Una vez que otros grupos confirmen nuestra validación, nuestro árbol de decisiones proporcionará una herramienta clínica práctica para identificar a los pacientes en riesgo de sufrir la forma progresiva de EM en sus primeras etapas”, agregó.
Además de hallazgos importantes con respecto a los biomarcadores séricos, el equipo del estudio también encontró inesperadamente un nivel sustancialmente más bajo de biomarcadores de inflamación y regeneración tisular en el LCR de pacientes con EM que en pacientes con otras enfermedades neurológicas. El equipo interpretó este hallazgo como una indicación de que un defecto en la respuesta inmunitaria intrínseca contribuye a la aparición de la EM.
Fuentes consultadas aquí y aquí.