Los reumatólogos consideran que se deben hacer más esfuerzos en la detección precoz.
Por: Luisa Ochoa
Los casos de artritis reumatoide van en aumento. Si bien se ha avanzado en el diagnóstico y tratamiento precoz, su abordaje temprano sigue siendo un desafío para esta enfermedad reumática inflamatoria crónica, la más común, e incapacitante.
Dolor, hinchazón, rigidez y cansancio son los síntomas habituales, por eso, vestirse, ducharse, conducir o realizar las tareas del hogar puede suponer un esfuerzo titánico, especialmente si se ha perdido movilidad en algunas articulaciones.
La artritis reumatoide puede ser incapacitante si no se trata adecuadamente
De acuerdo con datos de un estudio epidemiológico Episer sobre la AR, que analiza el estado, control e impacto de esta patología en 800 pacientes, revela que para el 42% de los enfermos el dolor es la aflicción que más afecta su día a día, seguido de la inflamación (19%) y la fatiga (18,6%). El 60% reconoce tener mala calidad de sueño y uno de cada tres presenta fatiga grave.
Cuatro de cada diez pacientes necesitan algún tipo de ayuda para realizar sus actividades cotidianas, el 13% manifiesta dificultades para vestirse y el 24%, para subir escaleras. No obstante, si la dolencia está controlada, el paciente puede llevar una vida normal, de ahí la importancia de la detección precoz y la adherencia al tratamiento. Se estima que entre el 40% y el 60% no responde a las terapias disponibles.
La AR puede dañar también a otros órganos internos (corazón, pulmones) y externos (ojos). Pese a ser una dolencia autoinmune, la ansiedad y el estrés pueden desencadenar un brote, o los cambios hormonales en ellas. Los hábitos nocivos, como fumar, beber alcohol y tener sobrepeso, también agravan y dificultan su control.
Retos del control de la artritis reumatoide
Encontrar una cura, la detección temprana y dar con terapias efectivas son los retos. En los últimos años, se ha reducido el tiempo de diagnóstico a seis meses. Es un periodo relativamente corto, pero si se pudiese reducir aún más, sería ideal; cuanto antes se empiece a tratar, más probabilidades hay de controlarla.
El metotrexato es el fármaco más usado en un primer momento. Pero si el paciente no obtiene una respuesta adecuada a este, se utilizan biológicos e inhibidores de las proteínas JAK. El pronóstico ha cambiado en las últimas décadas como consecuencia de una estrategia terapéutica basada en el diagnóstico precoz y la instauración lo más rápido posible (en los primeros meses) del tratamiento con fármacos antirreumáticos efectivos. A pesar de ello, algunos pacientes (10-15 %) pueden fracasar a distintas líneas de tratamiento, por lo que es importante seguir investigando con nuevas moléculas.
Fuente: Revista aliada Artritis y Reumatología.