Consiste en una diminutas partículas (nanopartículas en realidad) capaces de desplazarse a esos lugares en los que se acumula la placa para “comérsela” y ayudar a reducir y estabilizar esas peligrosas estrecheces arteriales.
Los investigadores de la Universidad de Wisconsin-Madison han desarrollado nanopartículas que, en el laboratorio, pueden activar las respuestas inmunológicas a las células cancerosas. Si se demuestra que funcionan tan bien en el cuerpo como en el laboratorio, las nanopartículas podrían proporcionar una forma eficaz y más asequible de luchar contra el cáncer.
Desarrollan unas nanocápsulas de carbono que se activan con radiación para reducir la proliferación y crecimiento de los tumores cancerígenos.
Para el estudio, la técnica que han estudiado y puesto en marcha los investigadores se centra en utilizar luz y nanopartículas de oro (GNR). Esto, para tratar las células estrelladas hepáticas (HSC), las cuales son la principal fuente de matriz extracelular en los hígados fibróticos.
El nanofármaco, diseñado por científicos del CIBER-BBN, Sant Pau y la UAB, propicia que hasta el 86% de la dosis se acumule en células tumorales.
Los enjambres de nanopartículas que son 15.000 veces más pequeñas que una cabeza de alfiler pueden ser capaces de entregar medicamentos vitales al cerebro, ofreciendo nuevas esperanzas a los pacientes en las primeras etapas de un accidente cerebrovascular.
Un estudio del CSIC muestra la sinergia entre nanocolumnas de titanio y nanopartículas de teluro para lograr recubrimientos con excelentes propiedades antibacterianas.
Investigadores del Instituto de Salud Carlos III desarrollan una estrategia que evita el rechazo sin necesidad de tomar inmunosupresores de por vida.