Existe la falsa creencia de que los pederastas son líderes de alguna comunidad, sin embargo, muchos abusadores pertenecen al vínculo familiar de la víctima.
Por: Luis Penchi, Carolina González Quiceno, Camila Sánchez
El pasado fin de semana, se dio a conocer el escandaloso video en el que el Dalái Lama, máximo exponente del Budismo, pide a un niño que lo bese en la boca y le "chupe" la lengua; un hecho que ha desatado controversia en la opinión pública sobre si es o no, un posible caso de pedofilia.
"Estoy bajo la impresión de que besar en la boca a un niño, especialmente si es un niño extraño, no es normal en la cultura del Dalái. En Estados Unidos, se da de alguna manera pero no es una conducta apropiada por la mayoría de los americanos", dijo el Doctor en Psicología, José Pons para la Revista de Medicina y Salud Pública, al apuntar que el incidente deja bastantes preguntas incómodas sin contestar.
Pons recordó que la pedofilia, por definición, hace referencia a la atracción sexual hacia menores que se da en la mayoría de las ocasiones cuando los niños afectados se encuentran entre los 8 y 9 años de edad, y en algunos casos, esta condición se agrava cuando involucra a personas en posición de poder.
El experto estimó que la incidencia de este tipo de casos parece haberse reducido pero admitió que no hay estadísticas oficiales que confirmen esta apreciación. Sin embargo, contrario a lo que muchas personas creen, la mayoría de los pedófilos no son líderes religiosos, indicó. De hecho, muchos abusadores son, realmente, personas ligadas familiarmente a la víctima: abuelos, tíos, padres, primos, etc.
Muchas veces ocurre, explica Pons, que la víctima opta por "salirse de su cuerpo mentalmente", desconectarse porque le repugna el incidente, pero esto puede llevar a la disociación mental y al surgimiento de personalidades múltiples que vulneran la unidad mental del ser humano.
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Sentimiento de culpa y baja autoestima en víctimas de abuso: Caso Lucas Benvenuto en Argentina
El Dr. Pons también se refirió al polémico caso del presentador de la televisión argentina Jey Mammon acusado de haber abusado a un menor de 14 años, que según el acusado, tenía 16 al momento de tener relaciones sexuales con el artista y por lo tanto, habría podido dar su consentimiento, pero, la pregunta es: ¿Deja de ser abuso infantil?
La joven víctima es Lucas Benvenuto, hoy adulto, quien contó en una entrevista televisiva que fue violado por Mammon y abusado a través de una relación sentimental que se prolongó por años, pese a la gran diferencia de edad entre ambos cuando inició todo, 14 y 32, respectivamente.
Benvenuto afirmó en sus redes que siempre ha querido que Mammon se disculpara con él, cosa que no ha ocurrido y Mammon, por su parte, dice que no violó la ley porque la actividad fue consensuada a los 16 años de Lucas.
"Este joven lo que está diciendo es que el victimario debe rectificar y quitarle de encima la culpa a la víctima. La víctima quiere que le confirmen que fue engañado y que él no es culpable. Hay muchas víctimas que quieren que el abusador pague por lo que le hicieron", dijo el especialista en salud mental.
En torno a la pedofilia que ocurre en casos de víctimas de menor edad, los abusadores usan manipulación que puede ir desde la compra de regalos o hasta amenzas violentas, explicó Pons. Los eventos de pedofilia pueden llegar a provocar un trauma profundo, dependiendo de la cantidad de veces que han ocurrido.
"La reacción de un menor agredido por un familiar y son muchos los casos de familiares agresores, casi siempre produce coraje pero también hay una mezcla de sentimientos. Muchos niños también tienen pena porque las consecuencias de su denuncia son graves en el entorno familiar" concluyó Pons.
Las graves secuelas psicológicas del abuso infantil
El Dr. Pons, psicólogo forense quien además ha sido asesor del gobierno de Puerto Rico en materia de abuso sexual contra menores, señaló que este tipo de conductas sexuales altamente inapropiadas hacia los menores, deja huellas psicológicas muy serias en las víctimas a corto y largo plazo.
De hecho, distintos estudios realizados con víctimas han confirmado que en esta población prevalecen trastornos emocionales, de relación, de conducta y adaptación social, funcionales y sexuales.
Trastornos emocionales y abuso infantil
En este apartado se destaca la alta incidencia de trastornos depresivos, de personalidad así como síntomas de ansiedad, estrés postraumático con conductas autodestructivas y autolesivas.
Uno de los más comunes, mencionó el psicólogo, es el trastorno límite de la personalidad, una enfermedad mental que afecta gravemente la capacidad de una persona para controlar sus emociones y donde según el NIH, la pérdida de control emocional puede aumentar la impulsividad, afectar cómo se siente una persona sobre sí misma y repercutir negativamente en sus relaciones con los demás.
Dificultades en las relaciones
Como es mencionado, las relaciones interpersonales suelen verse bastante afectadas, tanto a corto como a largo plazo en las víctimas de abuso infantil. En este apartado hay una mayor incidencia de aislamiento y ansiedad social, menor cantidad de interacciones sociales así como bajos niveles de participación en actividades comunitarias.
Y una de las consecuencias más serias que enfrentan las víctimas, es que en ocasiones quienes lo rodean tratan de justificar al agresor acusando al afectado de haber provocado la conducta. "Este tipo de reacción de otros adultos es devastadora para la víctima, por eso el que haya apoyo social es fundamental" subrayó el psicólogo.
Alteraciones en la conducta y adaptación social
La literatura médica asegura que las víctimas de abuso sexual infantil tienden a ser más hostiles y a tener más conductas antisociales o trastornos de la conducta. También se les ha relacionado con un mayor riesgo de huida del hogar, que podría desencadenar comportamientos delictivos.
Problemas funcionales y sexuales
Los dolores físicos sin justificación médica hacen parte de uno de los problemas que más afecta a las víctimas. Las cefaleas, fibromialgia y trastornos gastrointestinales prevalecen en esta población que, por lo general, recibe diagnósticos erróneos.
Algunos autores, como Browning y Lauman (2001), defienden que la sexualidad desadaptativa es la consecuencia más extendida del abuso sexual infantil. Por otro lado, otros estudios también han confirmado la presencia de problemas como sexualidad insatisfactoria y disfuncional, conductas de riesgo sexual (práctica sin protección, amplio número de parejas sexuales y mayor riesgo de contraer ETS), conductas sexuales promiscuas, maternidad temprana e, incluso, prostitución.
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