Valeroso médico camina 5 horas para operar a su paciente con leucemia

El ojo del huracán María apenas se había alejado considerablemente de Puerto Rico, dejando a la isla sumergida entre incertidumbre

Por: Medicina y Salud Pública


Giovanny Vega De Lleguas
Agencia Latina de Noticias de Medicina y Salud Pública

El ojo del huracán María apenas se había alejado considerablemente de Puerto Rico, dejando a la isla sumergida entre incertidumbre, cuando el doctor John Guerra Moreno decidió darle peso a aquellas palabras que pronunció en 1992 cuando juramentó como médico.

En la desolación y oscuridad que caracterizaba a la Isla, recién abatida por vientos de angustia y desesperación del poderoso ciclón, el hematólogo y oncólogo pediátrico emprendió un viaje a pie que se extendió por cinco horas desde su hogar en Gurabo hasta el Hospital HIMA San Pablo, en Caguas para brindar atención a un paciente en específico.

Se trataba de un joven de 19 años, natural de Tórtola, que llegó a Puerto Rico a través del programa de Turismo Médico con una leucemia bifenotípica, una enfermedad aguda poco frecuente en la comunidad infantil descrita por Guerra como “extremadamente mala y agresiva”. Era un caso clínico particular: el paciente tenía marcadores para células leucémicas linfoides y mieloides.  

El especialista en trasplante de médula ósea pediátrica comenzó a trabajar, en el paciente tortoleño, un protocolo especial dirigido a combatir las células leucémicas linfoblásticas y luego de 40 semanas de tratamiento de buenos resultados, logró la remisión de la enfermedad.

Sin embargo, poco después y a través de una punción espinal, llegó una noticia inesperada: la recaída aislada del paciente en el área del cerebro. “Con esa leucemia tan mala y ahora en recaída, las posibilidades de sobrevivir solamente con quimioterapia eran muy pocas. La única forma de sacar a este paciente adelante era con el trasplante de médula ósea”, reconoció Guerra. Esta afirmación la hizo al resaltar que, luego de realizar pruebas de antígenos leucocitarios humanos (HLA por sus siglas en inglés), la persona más compatible con el joven era un hermano de ambos padres.   

Por desgracia, el paciente y el donante tenían tipos de sangre diferentes. Ante el suceso, los especialistas con el apoyo de la Cruz Roja, tuvieron que manipular las células extrayendo los glóbulos rojos para evitar complicaciones durante el trasplante.

Los expertos del hospital estaban listos para comenzar con una serie de quimioterapias. Sin embargo, se encontraron con el desarrollo de una pulmonía en el paciente que obligó a detener momentáneamente el proceso de trasplante hasta una vez mejorara su cuadro respiratorio. Para entonces, lo menos imaginado era que las inclemencias del tiempo habrían de convertir el particular caso en una odisea que el galeno quería cerrar con un final feliz.

El paciente asiste una vez al mes al Hospital HIMA San Pablo, en Caguas, para una evaluación de seguimiento por el mismo médico que dice solamente haber puesto en práctica aquellas palabras que exclamó hace más de 20 años.



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