Cáncer del sistema linfático, conoce cuáles son los síntomas asociados que alertan sobre la necesidad de consultar al médico.
Por: Redacción MSP
El sistema linfático hace parte del sistema inmunitario y se compone por una red de tejidos y órganos que producen, almacenan y transportan los glóbulos blancos que le permiten al cuerpo combatir las infecciones.
Aunque, este factor también puede ser blanco de patologías graves. El linfoma es un cáncer que se origina en las células que conforman este sistema: los linfocitos. Por tanto, el linfoma se genera cuando los linfocitos sufren mutaciones que les permiten sobrevivir y acumularse en ganglios, bazo, médula ósea o en otros órganos del cuerpo.
Así, en vez de cumplir el proceso normal de cualquier célula (proliferar y morir de forma ordenada), comienza a multiplicarse y distribuirse dentro del sistema encargado de defender el organismo de patógenos externos como virus, bacterias, entre otros.
Dos subtipos de cáncer del sistema linfático: linfoma de Hodgkin y linfoma no Hodgkin
El primero se propaga de manera ordenada de un grupo linfático a otro, mientras que el segundo se disemina a través del sistema linfático de manera desordenada, según explican los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés).
Los linfomas no Hodgkin son los más comunes y se subdividen según el linfocito que le dio origen: B o T.
"Los linfomas no Hodgkin B, a su vez, pueden clasificarse según el comportamiento clínico en linfomas indolentes y linfomas agresivos. El más frecuente es el linfoma difuso de células grandes B, que es de comportamiento agresivo", señaló la hematóloga Laura Korin (MN 128736), integrante del departamento de Hematología del Instituto Alexander Fleming.
¿Cuáles son los síntomas del linfoma?
"El síntoma más frecuente es la aparición de ganglios palpables en el cuello, axila e ingle. Estos ganglios suelen ser duros y generalmente no dolorosos. Existen síntomas generales asociados al linfoma que se conocen como síntomas B. Estos comprenden: pérdida de peso de más del 10% sin causa aparente que lo justifique, fiebre a predominio vespertino y sudoración nocturna profusa. También la astenia marcada y, en el linfoma de Hodgkin, la aparición de prurito", detalló Korin.
Los subtipos también definen la edad en que emerge la enfermedad.
"El linfoma no Hodgkin puede ocurrir a cualquier edad, pero es más frecuente en adultos mayores. En cambio, el linfoma de Hodgkin, tiene su pico mayor de incidencia en adultos jóvenes y luego un segundo pico en mayores de 60 años", precisó la experta.
La ciencia aún no logró determinar cuáles son las causas que producen un linfoma. Sin embargo, existen algunas pautas que pueden ser de utilidad.
"Hay ciertos factores como por ejemplo la edad, la historia de enfermedades autoinmunes o la infección por VIH, que pueden aumentar el riesgo de desarrollarlo. No hay una manera de prevenir el linfoma, pero la consulta precoz ante la aparición de síntomas relacionados puede ayudar a detectar la enfermedad en estadios más tempranos", amplió Korin.
Como con muchas enfermedades, la pandemia tuvo un impacto negativo en el diagnóstico precoz de los linfomas. Y esto se puede percibir en los consultorios de los médicos. La especialista del Instituto Alexander Fleming señaló que en la actualidad se encuentra un porcentaje mayor de pacientes con estadios más avanzados por consultas tardías.
En caso de detectar un síntoma compatible con un linfoma se debe concurrir al médico para realizar un examen físico en busca de adenopatías (ganglios aumentados de tamaño) y esplenomegalia (aumento del tamaño del bazo, etc.).
Los linfomas pueden comprometer zonas del cuerpo no accesibles a la palpación
Por ello es necesario realizar estudio de imágenes como tomografía o PET scan. Estos estudios no solo son útiles para la estadificación (la evaluación de la extensión de la enfermedad) sino también para ayudarnos a elegir el mejor sitio de biopsia.
Tras el resultado de la biopsia del ganglio o del sitio potencialmente comprometido, se realiza el diagnóstico. Un hematopatólogo es el encargado de hacer una revisión del material para, mediante la morfología del ganglio y la marcación de las células, informar si es compatible con linfoma y de ser así, de qué subtipo específico se trata.
¿Inmunoterapia la mejor opción?
"La inmunoterapia incluye el uso de anticuerpos monoclonales contra antígenos del linfoma, anticuerpos conjugados con fármacos citotóxicos, anticuerpos biespecíficos que unen a los linfocitos B del linfoma con los linfocitos T del paciente, y la terapia con CAR-T (aún no disponible en Argentina) con la que se modifican linfocitos T del paciente para atacar a las células del linfoma. Con respecto a la terapia "blanco dirigida", en ciertos linfomas disponemos de fármacos que bloquean vías de señalización que son necesarias para la supervivencia de las células malignas", dijo la hematóloga del Instituto Alexander Fleming.
La especialista destacó que el escenario terapéutico actual para esta enfermedad es muy alentador y los avances en los últimos años han permitido mejorar los resultados "tanto en primera línea como en pacientes recaídos o que no responden al tratamiento inicial".
Fuente consultada aquí.