Fumar aumentaría el riesgo de ceguera: el daño sería irreversible incluso luego de dejar el cigarrillo

Estos efectos pueden persistir incluso después de dejar de fumar, y se asocian con enfermedades como la degeneración macular, el glaucoma, las cataratas y el ojo seco.

Por: Katherine Ardila


La evidencia científica ha demostrado que fumar no solo afecta los pulmones y el corazón, sino que también puede provocar daños irreversibles en los ojos, incrementando significativamente el riesgo de desarrollar enfermedades visuales graves. 

De hecho, según especialistas consultados por Very Well, estos perjuicios pueden persistir incluso después de abandonar el hábito, lo que convierte al tabaquismo en un factor de riesgo que también se debe tomar en cuenta para la pérdida permanente de la visión.

En consecuencia, oftalmólogos y optometristas recomiendan abandonar el tabaco y realizar controles visuales periódicos, ya que estas medidas disminuyen la probabilidad de desarrollar patologías oculares severas.

¿Por qué el tabaquismo podría aumentar el riesgo de ceguera?

El humo del tabaco contiene compuestos tóxicos que, al ingresar al torrente sanguíneo, afectan tejidos oculares sensibles como la retina, el cristalino y la mácula. 

Estas sustancias desencadenan procesos inflamatorios y elevan la presión arterial junto con la frecuencia cardíaca, restringiendo considerablemente el flujo sanguíneo en los diminutos vasos oculares. 

Al respecto, el oftalmólogo Gregg Feinerman explicó para Very Weell que, incluso tras dejar de fumar, la membrana basal de la retina permanece dañada y los vasos sanguíneos continúan contraídos, lo que facilita la acumulación de desechos bajo la retina. 

Mediante este mecanismo se puede acelerar la progresión de la degeneración macular asociada a la edad (DMAE) seca hacia su forma más grave, la DMAE húmeda, y además quienes continúan fumando suelen responder peor a los tratamientos disponibles.

Principales enfermedades oculares vinculadas al tabaquismo

El tabaquismo se asocia con diversas patologías oculares, entre las cuales destacan por su gravedad la DMAE y el glaucoma, ambas capaces de causar ceguera irreversible. 

La DMAE afecta específicamente la mácula, responsable de la visión central y detallada, mientras que el glaucoma daña el nervio óptico, comprometiendo progresivamente el campo visual. Asimismo, la exposición constante a los irritantes del tabaco incrementa sustancialmente el riesgo de desarrollar cataratas, ojo seco y uveítis. 

La optometrista Jacquie Bowen advirtió que la retina posee una capacidad limitada de regeneración, por lo que cualquier periodo de tabaquismo a lo largo de la vida contribuye al riesgo de desarrollar DMAE, especialmente considerando que, aunque la genética influye en aproximadamente el 70% de los casos, el tabaquismo incrementa aún más el riesgo en personas con predisposición genética.

Riesgos Extendidos a fumadores pasivos y efectos del tabaquismo gestacional

Los daños oculares no se limitan exclusivamente a los fumadores activos, ya que el humo de segunda mano y el contacto con residuos de cigarrillo pueden irritar los ojos de quienes rodean al fumador. Un estudio realizado en Hong Kong reveló que los niños expuestos al humo de segunda mano muestran signos de daño en la zona ocular que irriga la retina, incluso con la exposición a un solo cigarrillo diario. 

Paralelamente, durante el embarazo, fumar transmite toxinas directamente a la placenta, lo que incrementa considerablemente el riesgo de trastornos visuales en el feto y el recién nacido, como estrabismo y subdesarrollo del nervio óptico, una de las principales causas de ceguera infantil. Además, el tabaquismo materno puede provocar partos prematuros, aumentando secundariamente la probabilidad de problemas visuales en los bebés.

Entonces, ¿son seguros los cigarrillos electrónicos?

No, el uso de cigarrillos electrónicos y vaporizadores, que funcionan calentando líquidos con nicotina y saborizantes, también plantea riesgos significativos para la salud ocular. 

Bowen indicó que la nicotina de estos dispositivos eleva la presión arterial y la frecuencia cardíaca, resultando perjudicial para los ojos. Un análisis de 2017 identificó que ciertos compuestos presentes en los cigarrillos electrónicos pueden agravar el estrés oxidativo y la inflamación, dañando directamente los tejidos oculares. 

Otras investigaciones demostraron que los usuarios de estos dispositivos presentan mayor incidencia de ojo seco y peor calidad de la película lagrimal en comparación con personas que no fuman, además de que su uso puede generar formaldehído, un conocido irritante ocular y posible carcinógeno.

Estrategias de prevención y recomendaciones 

La principal medida para proteger la salud ocular es abandonar definitivamente el consumo de tabaco. Bowen afirmó que dejar de fumar, incluso en etapas avanzadas de la vida, reduce de manera significativa el riesgo de desarrollar enfermedades oculares graves. 

Complementariamente, el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades recomendó realizar exámenes oculares periódicos, especialmente para quienes fumaron o continúan haciéndolo, dado que la DMAE suele avanzar sin síntomas evidentes en sus primeras etapas. Por su parte, el catedrático Taariq Mohammed subrayó la importancia de controlar los factores modificables: "No puedes controlar tu genética, así que debes pensar en las cosas que sí puedes controlar. Independientemente de tu perfil genético, siempre conviene reducir o dejar de fumar". 

Finalmente, los especialistas aconsejan mantener una dieta rica en antioxidantes, hacer ejercicio regularmente y controlar la presión arterial y el colesterol como estrategias complementarias para preservar la salud visual.






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