La pasión por servir a la comunidad corría por las venas del doctor David Blas Boria desde que era pequeño.
La pasión por servir a la comunidad corría por las venas del doctor David Blas Boria desde que era pequeño. Sin que fuera casualidad, el ahora neurólogo oncólogo creció viendo a su mamá ejerciendo la profesión a la que hoy se dedica en cuerpo y alma.
Su mamá es neuróloga y su papá, ginecólogo obstetra. Ellos sembraron en el corazón de sus cuatro hijos una semilla que tardó poco en germinar y que llevó a tres de ellos a dedicar sus vidas al cuidado de sus pacientes desde dos diferentes ramas de la medicina: la neurología y la cardiología.
"Nos gustaba ayudar. Mi papá estaba a la merced cuando la mujer embarazada fuera a parir. Ahí los cuatro hermanos dijimos que eso no era lo que queríamos hacer. Nos interesaba mucho más la neurología”, confesó Blas.
Blas, ahora neuro-oncólogo escogió la profesión de su mamá, al igual que uno de sus hermanos que la ejerce en los Estados Unidos, por la complejidad del sistema nervioso y lo interesante de llegar a un diagnóstico a base de un examen físico y del historial, sin la intervención de mucha tecnología. Eso fue lo que lo cautivó, entre otras cosas.
"Lo más que me apasiona de la neuro-oncología, es que el paciente es el más agradecido que yo he visto. No importa que le estés dando una mala noticia, ese paciente y familiar saben que yo estaré ahí ese último año de vida y que lo que necesiten les trato de resolver”, continuó diciendo el presidente entrante de la Academia Puertorriqueña de Neurología.
Pese a que su compromiso como neuro-oncólogo siempre había sido elevar la calidad de vida de sus pacientes, no fue hasta el embate del huracán María en 2017 cuando el también Catedrático Auxiliar del Recinto de Ciencias Médicas, en la sección de neurología, se dio cuenta cuánto le apasionaba su profesión.
"Dentro del caos, yo siempre iba a la clínica. Mi esposa, que también es doctora, me dejaba en el Hospital HIMA de Caguas. Atendía pacientes, ya fuera para recetas por algún síntoma o lo que fuera. Fue fuerte en ese término”, comentó el doctor, quien atiende regularmente a pacientes de todos los pueblos de la isla.
Ahora, que lidera la Academia Puertorriqueña de Neurología, centrará sus esfuerzos en educar a los pacientes sobre los servicios de la profesión en el país a través de una actividad anual de interés comunitario sobre una condición neurológica.
La lejanía entre su casa y el Recinto Universitario de Mayagüez, en donde hubiese querido estudiar ingeniería, lo llevó a aportar a la sociedad desde nuevos lares. Después de todo, no se arrepiente de estar día a día entre sus dos pasiones: el servicio social y la neurología.