Neonatólogos puertorriqueños logran reducir la mortalidad infantil por complicaciones de nacimiento

Puerto Rico sólo cuenta con un programa de entrenamiento de neonatología.

Por: Medicina y Salud Pública


Cada día los neonatólogos puertorriqueños tienen en sus manos el poder salvar una vida de un bebé que nazca prematuro, con  enfermedades congénitas o complicaciones asociadas al parto.

Más allá, el panorama clínico de su trabajo se vuelve uno tenso cuando las familias, especialmente esa madre primeriza que da a luz, deposita en él la vida de su recién nacido que depende de cuidados médicos intensivos para sobrevivir.

Retante también es la hora de comunicarle a las familias sobre el futuro de aquel bebé que crecerá con problemas neurológicos o que, lamentablemente, su vida dependerá de la decisión celestial.

Ese es el panorama que en síntesis, viven los neonatólogos puertorriqueños de la Sección de Neonatología del Recinto de Ciencias Médicas (RCM), que pese a la gran responsabilidad que tienen sobre sus hombros día a día con decenas de neonatos que nacen en la isla, dan la milla extra por devolverles la oportunidad de vida tanto a los bebés y la calidad de vida a sus familias.

Y así lo demuestran los datos provistos por la doctora Lourdes García, directora interina de la Sección de Neonatología y quien dirige interinamente la Unidad de Cuidado Intensivo Pediátrico (NICU) del Hospital Universitario.

La doctora García ocupó interinamente el lugar de la doctora Marta Valcárcel, quien dirigió dicha unidad por espacio de 40 años y quien figura como una de las pilares de la neonatología en Puerto Rico.

Según los datos contenidos en un artículo publicado en el Boletín de la Asociación Médica de Puerto Rico en el 2012 por los doctores, Inés García, Lourdes García, Juan Rivera y la propia doctora Várcalcel, en Puerto Rico la mortalidad infantil se ha reducido en la última década, de un 9.6 a 8.4 por cada mil nacimientos vivos.

Además, los especialistas aseguran que también han disminuido los casos de bebés prematuros con bajo peso (13.0% en el 2010) así como el por ciento de bebés prematuros en la isla, donde para el 2014 figuraba en un 14.7%.

Precisamente ese mismo año Puerto Rico figuraba como una de las jurisdicciones de los Estados Unidos con la mayor disminución en la tasa de bebés prematuros en un periodo de cinco años.

“En el año 2007 la mortalidad infantil en Puerto Rico fue de 8.5 por cada mil nacimientos vivos, la mortalidad neonatal fue de 6.0 por mil nacidos vivos y la post neonatal fue de 2.5 por mil nacidos vivos”, exponen los especialistas.

Según relató la doctora García, la dificultad de la especialidad estriba entre “cuánto yo puedo hacer por ese bebé y cuánto la familia espera que yo haga por ese bebé”, ya que muchas veces lo esperado por el núcleo familiar no es cónsono con el panorama clínico del neonato.

La doctora García manifestó que el perfil del neonato que se atiende en la unidad de intensivo se compone del grupo de bebés prematuros, donde los que requieren mayor cuidado especial son los que nacen a las 32 semanas o que pesan menos de 3.5 libras.

Aquellos bebés prematuros que pesan 2 libras representan otro reto para la subespecialidad, señaló la Doctora, ya que muchas veces desarrollan secuelas clínicas en su crecimiento como lo son problemas de audición, visión y otros.

No obstante, aquellos neonatos a los que no hay ningún tratamiento que pueda revertir el daño ya sea de nacimiento o durante el proceso del parto componen los casos que tocan la fibra humana del grupo de neonatólogos.

Los neonatos con anomalías congénitas son otro grupo “donde algunos requieren cirugías y algunos tendrán condiciones no compatibles con la vida”, como por ejemplo, aquellos con anomalías cromosómicas o del cerebro.

“Hay muchos bebés que salen muy bien de la unidad de intensivos. Hay otros que son muy prematuros que tienen complicaciones que les traerán problemas a largo plazo como problemas de desarrollo, requerirán un sinnúmero de citas médicas, necesitará de equipos especiales, entre otras cosas”, explicó primeramente la doctora García.

“Gracias a Dios, en medio del panorama, la supervivencia de esta unidad es de 85% a 90%. Es bastante alta debido al avance en los tratamientos que damos”, celebró.

Otro de los logros que la doctora expuso es la corrección hoy día de las anomalías congénitas con nóveles intervenciones quirúrgicas, como la cirugía para la gastrosquisis (bebés que nacen con los intestinos fuera del abdomen) y las que se practican para las enfermedades congénitas del corazón y otras.

Otros casos que atienen hoy día los neonatólogos son los de bebés con atresia esofágica (parte del esófago cerrado), defectos del tubo neural, hidrocefalia, etc.

“Por ejemplo, las cirugías que se hacían para enfermedades congénitas cardíacas no eran tan exitosas. Hoy día existen operaciones que logran que estos pacientes tengan una vida normal dentro de los cuidados médicos”, apuntó.

Un sólo programa para los neonatólogos en Puerto Rico

El NICU del Hospital Universitario tiene espacio para 50 camas, siendo uno de los más grandes en Puerto Rico.

El mismo recibe pacientes de toda la isla y reúne la mayoría de los especialistas y subespecialistas que podría brindarle calidad de vida a los 500 bebés que recibe anualmente.

El mismo se estableció desde el 1992 y gradúa sobre 23 neonatólogos al año que en su mayoría se quedan brindando servicios en la isla.

“Todavía hay áreas en Puerto Rico donde hacen falta que se ofrezcan más servicios en las unidades de intensivo y un mayor número de especialistas, especialmente aquellas áreas de la isla como en el Oeste, Sur y Sureste. Hay unidades, pero si el paciente se complica, lo refieren a nuestra unidad por lo mismo, hace falta un mayor número de especialistas”, finiquitó.

“Es sumamente importante que las mujeres continúen tomando ácido fólico, lo que podría reducir los riesgos de mutaciones genéticas en los bebés con enfermedades congénitas, defectos de tubo neural, defectos de riñones y otros. Es una de las maneras que pueden asegurar un embarazo saluble”, subrayó.



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