Aunque fue difícil, muchas mujeres tuvieron una destacada participación en el campo médico y por ello merecen ser reconocidas.
Por: Isbelia Farías
En diferentes áreas, la mujer siempre ha tenido un papel importante. Sin embargo, la misma historia, escrita por los hombres, ha sepultado todos los logros femeninos, obligando a las a mujeres a vivir al margen de la sombra de los avances alcanzados por el género masculino.
Aunado a ello, siempre se ha escuchado que la medicina es el campo por excelencia del hombre, mientras que la enfermería es el de la mujer. No obstante, la historia oculta revela otra realidad: la mujer tuvo una destacada participación en el área médica.
A continuación, mostraremos algunas mujeres que tuvieron una actuación histórica importante que logró influir y cambiar el mundo de la medicina.
Mujeres prominentes en la historia de la medicinaAlgunos ejemplos de mujeres destacadas en la historia son las siguientes:
Dorothea Christiane Leporin (1715-1762)
Fue una visionaria en el progreso femenino académico y universitario. Nació el 13 de noviembre de 1715 en Quedlinburg, Alemania. Escribió la disertación "Una investigación profunda de las causas que evitan que el sexo femenino curse la universidad", la cual causó revuelo.
A pesar de la autorización real, Leporin nunca estudió medicina en una universidad y sus conocimientos y habilidades médicas los adquirió de su padre.
Practicó la medicina por más de una década hasta que otros médicos la acusaron de incompetencia. Fue entonces cuando ejerció su derecho de recibir el título universitario. El 6 de mayo de 1754 contestó en perfecto latín las preguntas realizadas durante un examen profesional a título de suficiencia. Sin embargo, como no había antecedentes de mujeres tituladas, la Universidad esperó otro permiso real antes de darle la acreditación médica.2
La ceremonia se llevó a cabo el 12 de junio de 1754 en presencia del decano de la Escuela de Medicina de la Universidad de Halle, Johann Juncker, quien era un defensor de la educación para las mujeres.
Leporin practicó la medicina para ayudar a su familia hasta su muerte por cáncer de mama en 1762. Es importante destacar que la Universidad de Halle no entregó ningún otro título a una mujer hasta 1901.
Elizabeth Blackwell (1831-1910)
Elizabeth Blackwell fue la primera mujer estadounidense en titularse como médica e influyó en cientos de mujeres que siguieron sus pasos, inspiradas por su tenacidad
Luego de ser rechazada por 12 universidades, Elizabeth logró inscribirse en la escuela de medicina de la Universidad de Geneva, al oeste de Nueva York, y en 1849 se graduó con las más altas calificaciones de su generación.
Sin embargo, no obtuvo trabajo en ningún hospital de su país y viajó a Francia, donde le aconsejaron matricularse en la Maternité y estudiar obstetricia. Así lo hizo y de vuelta en Nueva York trabajó en una clínica fundada por un grupo de mujeres cuáqueras para atender a los habitantes más pobres de la ciudad.
Fundó el New York Infirmary, primer hospital dirigido enteramente por médicas, lo cual brindaba a las mujeres la oportunidad de practicar lo que en otras instituciones se les negaba. Durante un viaje a Inglaterra conoció a Florence Nightingale, madre de la enfermería moderna. De retorno a América, gracias al donativo de 10 mil dólares, hecho por el predicador Henry Ward Beecher, fundó la Escuela de Enfermería de Nueva York en mayo de 1857.
Tras legar conceptos vanguardistas como el seguro contra la enfermedad y la vejez, el mejoramiento de las viviendas de los pobres y las cooperativas para disminuir el precio de los víveres, Blackwell falleció en 1910, a los 89 años de edad.
Matilde Petra Montoya Lafragua (1859-1938)
Matilde Montoya, reconocida como la primera mexicana graduada de la Escuela de Medicina de México.
Matilde nació en la ciudad de México el 14 de mayo de 1859. Primero se inscribió en la carrera de Obstetricia y Partera, de la Escuela Nacional de Medicina, pero por problemas económicos tuvo que dejarla y en 1875 siguió en la Escuela de Parteras y Obstetras de la Casa de Maternidad, que atendía a las madres solteras.
Recibió el título de partera en 1877 y comenzó a hacer algunas prácticas como auxiliar de cirugía para conocer más de anatomía; al mismo tiempo tomó clases en escuelas particulares para mujeres a fin de completar sus estudios de bachillerato.
"Las damas se escandalizaban ante la idea de que Matilde hiciera sus prácticas de anatomía en compañía de sus condiscípulos varones (...) sin embargo, la pudorosa joven realizaba prácticas en cadáveres decorosamente cubiertos, y lo hacía a solas, jamás en compañía de sus compañeros."4
Elena Knapp y María Saldívar, parteras en Nuevo León
El 2 de julio de 1873 la estadounidense Elena Knapp, residente en Cadereyta Jiménez, Nuevo León, expuso por escrito al Consejo Superior de Salubridad del estado: "Que habiendo estudiado y practicado durante más de dos años, bajo la dirección del Sr. mi padre, el doctor en Medicina D. Moisés L. Knapp, el arte de los partos y adquirido el conocimiento teórico y práctico de las mujeres embarazadas y recién paridas y el de las afecciones de los niños recién nacidos, y deseosa de adquirir el diploma de partera, no he venido a esta capital sino con el objeto de sujetarme a las formalidades y exámenes necesarios para la consecución de dicho diploma."9
Se aceptó su solicitud y se le aplicó el examen a título de suficiencia. El jurado se integró con los doctores Antonio Lafon, José Ygnacio de la Garza García y Juan de Dios Treviño, quienes la aprobaron al día siguiente, 3 de julio de 1873, por unanimidad.
María Saldívar, cuya acta no especifica si cursó la carrera o fue por suficiencia, se tituló el 18 de octubre de 1899, luego de poner a prueba sus conocimientos teóricos y prácticos ante el jurado.
Catalina Olivo Villarreal, primera médica del estado
Pionera en el camino que a lo largo de tan sólo 74 años han seguido miles de mujeres, Catalina Olivo Villarreal fue la primera en incursionar profesionalmente en la medicina en Nuevo León.
Quienes la conocieron aseguran que es difícil trazar su biografía detallada debido a que fue sumamente reservada. En una entrevista realizada el 14 de mayo de 1999, la doctora María Elena Martínez Ortega, primera jefa de un servicio en el Hospital Universitario, la describe como sencilla, discreta y amable, casi misteriosa.
Las mujeres de Monterrey encontraron en la doctora Catalina Olivo a un médico empático que las trataba con cariño y las aconsejaba en su tarea de ser madres.
A pesar de que no solía asistir a eventos sociales, perteneció a sociedades médicas e incluso fue una de las fundadoras de la Asociación de Médicas de Nuevo León en 1971. Su amor por el prójimo fue tal que dedicó su vida entera a ayudar a los demás, dejando de lado su vida personal.
María Elena Martínez Ortega
Desafiando la costumbre, tomó un rumbo diferente y optó por una especialidad, la otorrinolaringología; después sería la primera jefa de un servicio en el Hospital Universitario.
Nació en la Ciudad de Tampico, Tamaulipas, el 4 de junio de 1920. Sus padres fueron Ricardo Martínez y María Guadalupe Ortega, una de las primeras parteras universitarias.
Llegó a Monterrey a la edad de siete años. Reconoce que, en su niñez, la imagen de Catalina Olivo influyó en su decisión de estudiar medicina.
"Estaba en la primaria y nos asustó un perro que entró al patio de la escuela; todas corrimos, el animal se asustó, arañó a algunas y no llegó a más, pero yo les dije: hay que ir a que nos pongan vacuna antirrábica. Y fuimos en tropel ocho o nueve muchachitas al Hospital González; del barrio de la iglesia del Roble al Hospital no había mucha distancia; yo estaba en la escuela primaria Josefa Ortiz de Domínguez. En el Hospital conocí a una señorita que estaba estudiando medicina, se me pusieron los ojos del tamaño de un plato."11
Las condiciones que vivieron las mujeres durante y después de la Revolución Industrial fueron sin duda alguna de las más difíciles que el género femenino ha padecido, pues se enfrentaron a la apertura de nuevas oportunidades que no estaban dirigidas a ellas; sin embargo, unas cuantas buscaron incursionar, lidiando con la aceptación de las autoridades gubernamentales y directivas de las instituciones, y padeciendo los ataques a su integridad física y psicológica. Tales fueron los casos de Dorothea Christiane Leporin, Elizabeth Blackwell y otras contemporáneas.
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