Según el estudio, estos infantes tuvieron una incidencia mucho más baja de enfermedades alérgicas, como las alergias alimentarias.
Por: María Camila Sánchez
Un estudio reciente, publicado en la revista Allergy, revela dos cambios biológicos significativos en los bebés nacidos durante la pandemia del COVID-19.
Investigadores examinaron muestras de heces de 351 bebés irlandeses nacidos entre marzo y mayo de 2020, comparándolas con muestras de niños nacidos antes del brote de la pandemia. Los resultados arrojaron diferencias notables en la composición del microbioma intestinal entre ambos grupos.
Impacto del entorno durante el confinamientoEl estudio sugiere que el confinamiento durante la pandemia influenció el microbioma intestinal de los bebés, con implicaciones profundas en su salud a largo plazo. El entorno único del confinamiento, caracterizado por una mayor duración de la lactancia materna y menores tasas de infección, condujo a una menor exposición a gérmenes y bacterias.
Esto, a su vez, resultó en una reducción significativa en el uso de antibióticos; solo el 17 % de los bebés consumieron antibióticos al año de edad, en comparación con el 80 % de los niños nacidos antes de la pandemia. Este menor consumo de antibióticos se correlacionó directamente con una mejora en el microbioma intestinal.
Menor incidencia de enfermedades alérgicas
Además, los científicos descubrieron que los bebés nacidos durante la pandemia mostraron tasas más bajas de enfermedades alérgicas, como las alergias alimentarias. Solo alrededor del 5 % de los bebés desarrollaron una alergia alimentaria cuando tenían un año de edad, en comparación con el 22,8 % de los niños nacidos antes de la pandemia.
Por lo tanto, estos resultados resaltan la importancia de comprender la relación existente entre el ambiente y el estilo de vida en la salud de los bebés. Aunque la pandemia trajo consigo desafíos sin precedentes, este estudio sugiere que el confinamiento puede haber tenido efectos beneficiosos inesperados en la salud de los recién nacidos.
Sin embargo, se necesitan más investigaciones para entender completamente las implicaciones de estos cambios biológicos a largo plazo y cómo pueden influir en las estrategias de salud pública y la atención médica infantil en el futuro.
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