En medicina, las oportunidades para participar de procedimientos históricos están contadas con los dedos de las manos. Todo depende de una serie de factores
Susana María Rico
Agencia Latina de Noticias de Medicina y Salud Pública
En medicina, las oportunidades para participar de procedimientos históricos están contadas con los dedos de las manos. Todo depende de una serie de factores entre los que se cuentan las habilidades de los especialistas y estar en el momento indicado, en el lugar adecuado. Podría decirse que esto último es algo que está en manos del destino.
También podría decirse que fue el caso del Dr. Steven Rueda, el único cirujano colombiano que ha tenido el privilegio de en un trasplante de rostro, una cirugía de alta complejidad que se ha realizado menos de 50 veces en todo el mundo.
En su caso, la paciente fue Katie Stubblefield, una joven de Estados Unidos que perdió la mayoría de su rostro cuando intentó suicidarse hace algunos años. El exitoso procedimiento se llevó a cabo en el Cleveland Clinic y contó con la participación de más de 11 cirujanos en diferentes especialidades.
El trasplante de rostro -en teoría- es una cirugía en la que se reemplazan áreas del rostro afectadas gravemente por alguna condición o trauma. En la práctica parece un imposible.
En este caso “la paciente presentaba un trauma severo en la región craneofacial. Sobre todo, tenía daños profundos en sus tejidos suaves, incluyendo piel, músculos y también los tejidos más profundos como tejidos óseos y huesos. Lo especial de este procedimiento es que el Cleveland Clinic utilizó la arteria maxilar interna para darle un mayor flujo sanguíneo al rostro, algo que a nuestro conocimiento no se ha hecho antes”, explicó el cirujano.
La preparación no fue tarea fácil. Si bien no se tiene contabilizado el tiempo invertido, tanto los especialistas como la paciente requirieron de varias fases antes de estar listos. Por ejemplo, en un trasplante de rostro es imprescindible encontrar un donante del mismo sexo, con un color de piel similar y con edades iguales o cercanas, además de las demás compatibilidades que se deben estudiar.
En una de las fases más importantes, se determinó cuáles partes del rostro de la paciente donante serían tomados para reemplazar las áreas afectadas en la receptora”. Ese proceso implicó separar los tejidos de la donante y hacerlos encajar en Katie Stubblefield .
Debido a que no es una cirugía común, y a que todavía se considera experimental, para garantizar el éxito es imprescindible la práctica en cadáveres. En el trasplante de rostro, el ensayo y error no está permitido en ninguna circunstancia. “No solo es una preparación de los cirujanos. También es una preparación para la paciente y su familia, quienes deben permanecer en contacto con médicos de trasplante, rehabilitación, neurocirugía, cirugía plástica, neurooftalmólogos, psiquiatría y las demás especialidades que hicieron parte de este trasplante” recalcó.
Los riesgos de la paciente, sin embargo, son iguales a los de cualquier persona sometida a un trasplante. El más grave es el rechazo al nuevo rostro aunque esté siendo tratada con fármacos que disminuyen esa posibilidad.
La satisfacción del deber cumplido
En la cirugía, el Dr. Steven Rueda hizo parte del equipo de cirugía plástica. “Esto es trabajo en equipo, no es una labor que hace un único cirujano. Por esa razón, en la operación todo el grupo trabajó con una planeación preestablecida en la que se rotaron las labores, tanto en el equipo de la paciente donante como en la paciente receptora. La mayor parte del trabajo consiste en aislar las partes vitales como venas, arterias y tejido suave”.
Para el doctor colombiano, su experiencia lo llena de alegría y satisfacción. “Yo aprendí a ser una mejor persona gracias a esta cirugía. Mi participación demuestra que en Colombia existe el talento que puede llegar a ser impactante en la medicina. Yo creo que en mi país el talento existe para desarrollar este tipo de procedimientos pero hace falta apoyo financiero”, aseveró.
Por último, el médico resaltó la importancia y el impacto de la donación de órganos, un aspecto que merece atención por parte de todas las personas. “La gente no se imagina el número de vidas que se pueden salvar con un donante, ni los beneficios que representan a los receptores y sus familias. En el caso del trasplante de rostro, puede acortar el tiempo de espera de la persona que lo recibe”.
En un futuro, el Dr. Steven Rueda espera regresar al país con un equipo de trabajo a capacitar y hacer este tipo de procedimientos a las personas que más lo necesiten.