Conozca la historia del Dr. Luis A. Rivera, un médico internista especialista en diabetes quien dedica su vida a esta grandiosa profesión.
Alejandra Martínez
Agencia Latina de Noticias de Medicina y Salud Pública
“Yo nací en el campo, en una familia humilde. Mis padres fueron maestros de escuela. Por lo tanto, puedo decir que tuve dos maestros en casa que me enseñaron lo que es la buena educación”, expresó con simpatía a la Revista Medicina y Salud Pública (MSP) el doctor Luis Alfonso Rivera, médico internista y especialista en diabetes, oriundo de Guaynabo, Puerto Rico.
Cuenta que en su infancia, en el campo no habían facilidades médicas, por lo tanto, él observaba cómo las personas adultas pasaban por muchas necesidades. Además, desde pequeño sus padres le regalaban juegos y elementos de médicos, como pastillas en formas de dulces, entre otros; entonces él se entretenía y disfrutaba ir por las casas de sus vecinos recetando a todos los adultos mayores que tenían mucha necesidad. “Ellos me motivaban a que estudiara medicina”, puntualizó el doctor.
De hecho, el doctor ayuda siempre a sus pacientes a conseguir los medicamentos que muchas veces los planes médicos no les cubren. Al respecto, su esposa trabaja con él, la describe como “su fiel compañera, su mano derecha” quien se ha enfocado también en aprender del mundo de la diabetes.
La vida del Dr. Luis Rivera en el ámbito espiritual
El doctor manifiesta que pertenece a una iglesia cristiana, donde ha aprendido a ayudar al prójimo. También colabora en un ministerio donde recoge ropa, zapatos, útiles escolares, juguetes, etc, que llevan a República Dominicana para los niños en situaciones extremas de vulnerabilidad. Entonces, “como médico también, yo voy y realizo campañas de salud a esos pueblos donde más nos necesitan”.
Para finalizar, envía un mensaje a todos sus colegas a que escuchen a sus pacientes. Que los valoren como si fueran un familiar más y que sean comprometidos. “Ellos nos necesitan. La satisfacción que yo tengo de poder ayudar a este tipo de personas, no se compara ni a como si recibiera un millón de dólares”, concluyó el Dr. Luis Rivera.