Kate Stubblefield, es la joven de 21 años que intentó suicidarse al dispararse con un rifle en el rostro cuando tenía 18 años.
CNN
Kate Stubblefield, es la joven de 21 años que intentó suicidarse al dispararse con un rifle en el rostro cuando tenía 18 años. Sin embargo, la vida y la medicina le dieron una segunda oportunidad luego de haber recibido un trasplante de rostro completo, cirugía que le permite realizar funciones básicas como masticar, respirar y tragar.
En la hazaña participaron un total de 11 cirujanos y entre ellos estaba un colombiano, Steven Rueda, cirujano oriundo de Bogotá y quien le afirmó a CNN que esta cirugía le enseñó más sobre la vida que sobre medicina.
Rueda, realizó su entrenamiento como cirujano plástico en el Cleveland Clinic y estaba allí cuando Katie llegó. El especialista comentó al mismo medio que “para poner el contexto el estado en el que Katie llegó al Cleveland Clinic hay que basarse en lo que dijo el hospital remitente, que maneja trauma severo. Lo clasificaron como el peor trauma facial que habían visto en la historia de esa institución”.
Ya habían pasado 3 años luego del intento de homicidio y desde entonces la joven pasó por varios quirófanos en búsqueda de recuperar las funciones de las que se encargan los órganos en el rostro. Al respecto, Rueda, explica que los cirujanos plásticos buscan dos cosas con los procedimientos quirúrgicos: la apariencia y la función. Pero cuando las técnicas implementadas fallan es cuando se piensa en un trasplante.
A nivel mundial solo se han realizado un total de 40 trasplantes de rostro y de acuerdo con Rueda, este se considera un procedimiento experimental de altísima complejidad. Por ello, la preparación y práctica se realizan con cadáveres.
El cirujano le afirmó a CNN en español que el día de la cirugía sintió una mezcla de emociones antes de entrar al quirófano de la Cleveland Clinic. “Primero, la emoción de ver que un paciente que uno había visto sufrir y batallar tanto y su familia iban a lograr tener acceso a este regalo. Pero más que nada es una sensación de responsabilidad y de saber que tiene que hacer el trabajo correcto para la paciente” puntualizó.
Para Rueda, haber pertenecido al equipo médico que cuidó a Katie fue espectacular “yo creo que los doctores entramos a la medicina porque sentimos ese sentimiento de gratitud cada vez que ayudamos a los pacientes a pasar por dificultades. Y yo creo que nunca debería ser algo de ego propio; es por la alegría que tienes de verdad de ver cómo le cambió la vida al paciente”, relató.