La dermatitis neglecta se manifiesta como placas marrones a negras asintomáticas, y suele asociarse a condiciones que provocan el descuido de la higiene.
Por: María Camila Sánchez
Un paciente de 14 años acudió al servicio de urgencias con erupciones cutáneas marrones en el rostro. Asimismo, fueron identificadas placas hiperquerastósicas simétricas grasientas, también de color marrón, que predominaban en la nariz y se extendían hacia la frente y ambas mejillas sin prurito ni dolor (Figura 1).
Durante su segundo día de hospitalización, el menor fue remitido para evaluación dermatológica y se le diagnosticó dermatitis neglecta. El personal médico a cargo sugirió frotar una gasa sumergida en alcohol isopropílico al 70% sobre las erupciones cutáneas, pero no hubo cooperación por parte del paciente.
Una patología de origen psiquiátrico
Se determinó que el menor padecía un trastorno obsesivo-compulsivo desde años atrás, pero nunca había sido evaluado por psiquiatría. Mostraba una limpieza excesiva con un mayor uso de agua y jabón y una necesidad obsesiva de la misma ropa, plato, zapatos, etc; no tocaba ni permitía que otros tocaran su zona facial media y no se peinaba por miedo a que el peine tocara esas partes del cuerpo.
Se consideró la posibilidad de una enfermedad psicótica comórbida, al no contribuir con la evaluación psiquiátrica correspondiente, y se le administró haloperidol parenteral 10 mg más prometazina 25 mg dos veces al día durante los 3 días siguientes, seguidos de un aumento gradual de la dosis de risperidona oral 6 mg, trihexifenidilo oral 4 mg y fluoxetina oral 60 mg al día 14 de hospitalización.
Primeros avances favorables para el tratamiento
Para el día 21, el paciente se mostró colaborador y permitió que el personal sanitario le frotara las erupciones cutáneas con alcohol, lo que eliminó las lesiones inmediatamente y casi por completo.
Sin embargo, los exámenes seriados del estado mental durante este periodo no revelaron rasgos psicóticos, por lo tanto se redujo gradualmente la risperidona oral. Al 28º día de hospitalización, sus síntomas obsesivos también se redujeron significativamente, y se lavaba la cara y se peinaba solo.
El día 30, el paciente fue dado de alta con fluoxetina 60 mg/día, risperidona 3 mg/día y trihexifenidilo 2 mg/día. Después de 3 semanas, se presentó para seguimiento casi libre de síntomas de dermatitis neglecta con leves síntomas obsesivos de limpieza (Figura 2).
Psicodermatología: la interacción de la piel y la mente
Comúnmente, la dermatitis neglecta es conocida como dermatitis por falta de higiene. A pesar de que esta afección se ha descrito muy poco en la literatura médica, es benigna y conduce a la acumulación de sebo, sudor y corneocitos formando una costra de suciedad.
Por lo general se presenta con placas asintomáticas de color marrón a negro y se describe con mayor frecuencia en el contexto de afecciones dolorosas e incapacitantes que conducen al descuido de la piel. Pero, por otro lado, estas lesiones también pueden ser consecuencia de la negligencia en el cuidado personal por condiciones psiquiátricas.
En muchas afecciones psiquiátricas como la esquizofrenia, los trastornos del estado de ánimo, el retraso mental, los trastornos por consumo de sustancias y la catatonia, el paciente es incapaz de ocuparse de la higiene general de la piel debido a la enfermedad subyacente y aumenta el riesgo de desarrollo de un trastorno cutáneo como la dermatitis neglecta. Sin embargo, nunca se ha descrito la aparición de esta afección secundaria al trastorno obsesivo-compulsivo.
Una afección de la piel infradiagnosticada
La dermatitis neglecta fue descrita por primera vez en 1995. Clínicamente, presenta placas hiperqueratósicas asintomáticas con escamas en forma de copos de maíz y suele ser confundida con otras enfermedades de la piel, por lo tanto deben investigarse varios diagnósticos diferenciales, como la dermatosis terra firma-forme y la dermatitis artefacta.
Para los autores de este caso clínico, una mayor concienciación entre los médicos y los pacientes puede reducir la tasa de diagnósticos erróneos, y una anamnesis adecuada y una simple prueba con alcohol pueden evitar la realización de pruebas invasivas y costosas. También hay que esforzarse por abordar la causa subyacente, lo que a su vez será útil para que los clínicos aumenten la confianza del paciente respecto a esta entidad inofensiva.
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