¿Hinchazón en piernas o párpados? Podría ser edema, la primera alerta de falla cardíaca, renal o hepática

La localización y características del edema (como fóvea en casos cardiogénicos o hinchazón periorbitaria en renales) ofrecen pistas vitales sobre su origen.

Por: Katherine Ardila


El edema es una de las manifestaciones clínicas más frecuentes en la práctica médica, pero también una de las más complejas en su interpretación. Esta acumulación anormal de líquido en los tejidos intersticiales actúa como un lenguaje corporal que el organismo utiliza para comunicar desequilibrios sistémicos. 

Según datos del Journal of Clinical Medicine, hasta el 40% de las hospitalizaciones en pacientes mayores de 70 años presentan edema como síntoma acompañante, cifra que nos deja ver su relevancia clínica.

Puede ser provocado por factores como medicamentos, embarazo o enfermedades subyacentes, como insuficiencia cardíaca, enfermedad renal o cirrosis hepática.

Síntomas de un edema: ¿Cuándo consultar al médico?

La presentación clínica del edema ofrece pistas sobre su origen. Los edemas cardiogénicos suelen iniciarse en miembros inferiores y mostrar fóvea marcada, mientras que los de origen renal frecuentemente se acompañan de edema periorbitario matutino.

Los signos más frecuentes incluyen hinchazón en piernas o brazos, piel estirada o brillante, y hoyuelos que persisten después de presionar la zona afectada. También puede presentarse inflamación abdominal y una sensación de pesadez en las extremidades. 

En casos graves, como el edema pulmonar, los síntomas pueden incluir falta de aire, latidos irregulares y dolor en el pecho, lo que requiere atención médica inmediata.

Causas principales

Las causas leves incluyen permanecer sentado mucho tiempo, consumir exceso de sal o cambios hormonales. Sin embargo, también puede ser un efecto secundario de medicamentos como antihipertensivos, antiinflamatorios o estrógenos. Entre las causas graves se encuentran:

- Insuficiencia cardíaca (acumulación de líquido en piernas y pulmones).

- Enfermedad renal o hepática (retención de líquidos y proteínas).

- Trombosis venosa profunda (coágulo que bloquea el flujo sanguíneo).

- Problemas en el sistema linfático (dificultad para drenar líquidos).

Factores de riesgo y complicaciones

La persistencia de edema no tratado puede desencadenar una cascada de complicaciones. La piel sobreedematizada sufre alteraciones tróficas que la hacen vulnerable a infecciones recurrentes. 

En casos extremos, el edema masivo puede comprometer la oxigenación tisular y favorecer la aparición de ulceraciones crónicas. La Sociedad Española de Angiología y Cirugía Vascular advierte que el 60% de las úlceras venosas tienen su origen en edemas mal controlados.

El riesgo aumenta en embarazadas, personas con enfermedades crónicas (cardíacas, renales o hepáticas) y quienes toman ciertos medicamentos. Si no se trata, el edema puede provocar:

- Dolor intenso y dificultad para caminar.

- Infecciones en la piel.

- Úlceras y reducción del flujo sanguíneo.

Abordaje diagnóstico: más allá de la superficie

El estudio de un paciente con edema requiere una aproximación sistemática. La historia clínica debe indagar sobre la velocidad de instauración, factores agravantes y síntomas acompañantes. 

La exploración física debe evaluar la localización, simetría y presencia de fóvea. Las pruebas complementarias básicas incluyen bioquímica sanguínea con función renal y hepática, proteinograma y, en casos seleccionados, ecocardiograma o estudios de imagen abdominal.

Manejo terapéutico

El tratamiento del edema exige abordar simultáneamente la causa subyacente y los síntomas. La restricción de sodio a menos de 2g diarios constituye la base dietética, mientras que la elevación de miembros afectados y el uso de medias de compresión graduada mejoran el retorno venoso. 

Los diuréticos, particularmente los de asa en casos cardiogénicos, requieren monitorización estrecha para evitar desequilibrios electrolíticos.

Recomendaciones finales

Mantener una dieta baja en sal, usar medias de compresión y mover las piernas con frecuencia puede ayudar a prevenir el edema leve. Sin embargo, si la hinchazón es persistente o aparece junto con síntomas graves, es crucial buscar atención médica para descartar afecciones potencialmente mortales.





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