En niños y adolescentes con enfermedades inflamatorias intestinales el abordaje psicológico y nutricional puede ser más complejo.
Por: Isbelia Farías
Yazmin Cancel, psicóloga clínica y miembro de la Asociación de Psicólogos Clínicos de Puerto Rico, afirma que la complejidad de los síntomas y la etapa en la que se encuentre el paciente de enfermedades inflamatorias intestinales, tiene un peso, además de la preocupación respecto a quién le va a comunicar esto que le está ocurriendo, así que lo primero es entender lo que le está sucediendo, apoyar en cómo puede explicar eso que le sucede y considerar si se trata de manifestaciones en la adolescencia, ya que de ser así la carga emocional se exacerba.
Los adolescentes pueden presentar una alta respuesta emocional, que puede deberse a los exámenes, y la familia visita la sala de salud mental buscando apoyo para manejar el estrés del afectado, para lo cual los psicólogos exploran desde cuánto se están presentando las manifestaciones y, de ser necesario, se refiere a otro especialista. En la etapa elemental hay otras implicaciones, pues, los afectados se distraen o tienen incidentes y no lo pueden precisar, y esto requiere apoyo emocional.
Cancel indica que los pacientes suelen llegar con mucha ansiedad, sobre todo cuando está ocurriendo el proceso de diagnóstico, los exámenes y el entender nueva terminología exacerba las emociones, por lo que también amerita apoyo para disminuir la preocupación, que la persona puede procesar y entender la información que se le está dando.
Para los padres, manejar lo que le está ocurriendo a sus hijos es difícil y esto les puede ocasionar ansiedad o depresión. A veces la familia es la que presenta más complejidad, porque no todas cuentan con los mismos recursos y los factores psicosociales pueden ser precipitantes, especialmente los referentes al acceso a los médicos o a tratamientos, esto genera angustia en los recursos de apoyo para cumplir las expectativas del tratamiento, dada su condición de compromiso para con su familiar.
Día a día estas personas con enfermedad inflamatoria intestinal deben esperar, por ejemplo, a que un baño no esté accesible, esperar un turno, o a quién se lo dicen -lo que les sucede-, a quién no, y otros factores que les pueden hacer vivir en estigma, por lo que se debe ser solidario, ya que esta población puede estar presente en todos los entornos y requiere empatía.
Tanto la persona que experimenta la condición como aquellas que colaboran, pueden buscar apoyo en la salud mental en cualquier momento, porque estos especialistas procuran entender y comprender las dificultades a las cuales los pacientes y acompañantes se enfrentan.
Orientaciones nutricionales
En cuanto a la dieta y la nutrición, este aspecto es vital, por lo que se requiere apoyo. La licenciada Jennifer Santana Rodríguez, dietista del hospital Auxilio Mutuo indica que el plan alimenticio va a depender de la fase en la que se encuentre el paciente; si está en la etapa inflamatoria, o fase aguda, se recomienda evitar alimentos altos en fibra, los vegetales con cáscara, la fruta fresca o quitarle la piel, evitar los productos lácteos, los alimentos altos en grasa y se recomienda hacer de 4 a 6 comidas pequeñas.
Los pacientes que no lleven una dieta adecuada, escasa en proteínas, nutrientes o calorías, podrían llegar hasta una malnutrición. Santana destaca que la alimentación depende de dónde está localizada la condición y en qué fase está, pues así se sabrá qué alimentos se deben evitar de forma temporal o buscar sustitutos.
La alimentación en los niños es un reto, los familiares ayudarán al niño a identificar cómo se siente el pequeño consumiendo un alimento u otro. Cereales, arroz, pasta, son recomendaciones, pero dependerá de cómo el cuerpo lo asimila. En algunos casos se pueden buscar alternativas. Si no pueden comer manzana con piel, entonces quitarle la piel y así ir buscando una armonía entre lo que pueda comer, lo que desee comer y lo que pueda tolerar.
Hay pacientes que son tolerantes a la lactosa en todo momento y se les permite, pero si tiene intolerancia en la noche, se le deja la lactosa en la mañana y no en la noche; si no la tolera en ningún momento, se le recomiendan otros alimentos derivados de la lactosa, como el mantecado, por ejemplo.
Dependiendo de la edad, niñez, adolescencia o adultez, se establece una comunicación con el médico, es importante conocer dónde se ubica la condición y con las tablas, de género y edad, se busca que estén los más cercanos al peso y la edad. Asimismo, se examina si están deficientes de un macro o un micronutriente para buscar corregirlo.
Con base a lo que les gusta a los niños, pero les cae mal, se buscan alternativas, y si le cae bien, pero no le gusta mucho, entonces se buscan otras opciones para incorporar dichos alimentos y que puedan recibir los nutrientes que necesitan.
A los niños con estas condiciones se les puede pedir que ayuden a buscar los alimentos en el mercado para que tengan una buena nutrición.
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