Debido a la pandemia muchos niños han presentado episodios de estrés y ansiedad debido al cambio rutinario en los diversos deberes.
La muerte en niños menores de 5 años ha decaído de manera notoria a comparación de la década de los 90.
Las cifras de infantes contagiados ha aumentado debido a un mal seguimiento de los protocolos de bioseguridad, afectando a los más pequeños.
La población pediátrica no tiene una gran incidencia en el desarrollo de grandes comorbilidades originadas por el nuevo coronavius, ya que este patógeno tiende a empeorar aquellas condiciones o enfermedades que ya tienen algunos individuos, un gran porcentaje de infantes no posee afecciones primarias lo que favorecen su estado de salud y una condición estable en dado caso de contagio.
Aunque el uso de la mascarilla es una herramienta de bioseguridad importante no debe ser usada en niños, ya que no son transmisores a gran escala directos del virus.
Un estudio realizado en dos hospitales del Estado de Massachusetts en los Estados Unidos y publicado en la revista científica Journal of Pediatrics afirma que los niños pueden ser ”portadores ocultos" del COVID-19 y ser un agente de propagación superior al que se había estimado desde el inicio de la pandemia.
Según datos publicados por la APP ya ha habido un aumento del 90% en el número de casos de covid-19 entre los niños en Estados Unidos, solo en las últimas cuatro semanas.
Según un estudio los niños pueden tener en gran proporción el nivel del virus por lo que las aperturas de instituciones educativas deben aplazarse