A pesar de las dificultades de salubridad que se presentaban en su época, este médico realizaba delicados procedimientos en términos muy cortos de tiempo
BBC
Medía 1,88 metros y operaba con un abrigo color verde botella y botas de goma. Saltó sobre los tableros manchados de sangre hasta donde yacía su paciente -desmayado, sudoroso, atado- como si fuera un duelista.
Esta es la descripción de una operación típica llevada a cabo por el cirujano Robert Liston en la década de 1830.¡Tiempo, caballeros, tiempo, tiempo!', les gritó a los estudiantes con relojes de bolsillo asomados por las barandas de hierro de la galería.Todos juraron que el primer destello de su cuchillo fue seguido tan rápidamente por el chirrido de la sierra en el hueso que parecieron simultáneos. Para liberar sus dos manos, apretaba el cuchillo ensangrentado entre los dientes. El detallado relato nos da una idea de cómo era la cirugía a principios del siglo XIX.
Cada segundo contaba
En esa época, los cirujanos, y más aún sus pacientes, seguían enfrentando los principales problemas de siglos: dolor, conmoción, falta de tiempo, pérdida de sangre e infección. Uno de los grandes desafíos era la muy difícil tarea de operar con éxito a un paciente consciente. La velocidad era esencial para minimizar el dolor de los pacientes y mejorar sus probabilidades de sobrevivir a la cirugía. Un buen cirujano podía amputar una pierna en menos de tres minutos.Único
Liston era uno de esos buenos cirujanos. De hecho, escritos de la época indican que necesitaba apenas segundos para realizar algunas operaciones. Cirujano Robert Liston[/caption] Era un hombre de una fuerza fabulosa, cuya voz brusca era conocida pues atemorizaba a los estudiantes y pacientes, pero era insuperable por su destreza y velocidad al operar, y sus métodos de amputar muslos eran la envidia y la desesperación de otros cirujanos.
No obstante, su rapidez también lo convirtió en el único cirujano conocido en haber llevado a cabo una operación cuya tasa de mortalidad fue del 300%.
Durante una amputación a alta velocidad, le cortó los dedos de su asistente y rajó el abrigo de un espectador, que se desmayó del susto.
Los tres murieron: el paciente y asistente de sepsis y el espectador del shock.