Una pequeña área del cerebro decide en segundos si las reacciones con otros seres humanos serán interacciones pacíficas o violentas, afirma una nueva investigación que también asocia el desequilibrio de estas neuronas con trastornos como la esquizofrenia.
Los comportamientos instintivos y sociales de los seres humanos, inevitablemente, están dominados por el cerebro y las interacciones aprendidas tras habitar diferentes entornos. Pero, ¿cómo este poderoso órgano logra diferenciar cuando es el momento propicio para la socialización o la competencia biológica? Este misterio científico ya comienza a develarse gracias a un estudio publicado por la revista 'Nature'.
De acuerdo con la reciente investigación, en el hipocampo existe un área conocida como CA2, encargada de regular y decidir si ciertas interacciones con otros seres humanos y vivientes son positivas o negativas. En resumidas cuentas, esta pequeña región del cerebro humano es la que define -y en segundos- si una persona extraña nos cae en gracia o no. El estudio se realizó en modelos animales -ratones de laboratorio-, ya que son criaturas sociales y sus comportamientos han ayudado a analizar algunas conductas que también se presentan en seres humanos.
El líder de la investigación, Steven. A. Siegelbaum, quien es también profesor y presidente del departamento de Neurociencia en el Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia (EE.UU.) mencionó en entrevista con el diario ABC que "los humanos y los ratones son criaturas sociales. Ambos nos involucramos en interacciones sociales aprendidas e innatas que a veces fomentan la cooperación, y otras veces conducen a la competencia por compañeros, alimentos y dominación. Cómo el cerebro media estos impulsos conflictivos ha sido una pregunta desconcertante".
Ya en 2014, Siegelbaum creó un enfoque genético que permitiera activar o desactivar el CA2. De esta manera, se halló que esta pequeña región del hipocampo cumple un importante papel en la memoria social.
Para determinar el rol de CA2 en las conductas sociales, se indagó sobre la influencia de esta cerebral en otras zonas del cerebro. Los realizadores del estudio descubrieron que el CA2 está estrechamente vinculado con el septum lateral, región del cerebro reconocida por ser -en parte- responsable de la limitación de los comportamientos agresivos hacia otros seres humanos y vivos. Con el método desarrollado por Siegelbaum, se desactivó de forma temporal el CA2 en un ratón que vivía solo en una jaula a la que introdujeron un ratón desconocido.
Tal y como se describe en ABC, al desactivar el CA2, hubo una importante disminución en la tendencia de los ratones residentes -en los que se repitió el experimento- a atacar al intruso, en comparación con lo que normalmente ocurriría. Dicho comportamiento sugiere que CA2 normalmente actúa para impulsar un comportamiento agresivo, además de regular la memoria social.
Parece que, al comienzo de una interacción social, como cuando el ratón residente se encuentra con un intruso, el CA2 del animal forma una memoria social, una especie de etiqueta de identificación social, del otro ratón" explicó al diario ABC Felix Leroy, primer autor del artículo e investigador asociado."Además a lo largo de la interacción entre los dos ratones, una señal generada en CA2 se envía al septum lateral, lo que facilita el comportamiento agresivo", destacó.
De acuerdo con los realizadores del estudio, la posible función del CA2 en la memoria social y las conductas agresivas se consideró de acuerdo con la jerarquía social de los ratones. Cuando un ratón nuevo ingresa a una colonia, éste debe buscar su sitio entre sus congéneres a través de combates entre ellos, con el fin de prolongar o crear una nueva jerarquía.
Otro aspecto que los investigadores consideran es la influencia de la hormona vasopresina, ya que es una hormona que regula ciertos comportamientos sociales. «Encontramos que la capacidad de las células CA2 para activar de manera eficiente el septum lateral aumenta mucho cuando se libera vasopresina (...) Investigaciones anteriores habían revelado un vínculo entre la vasopresina y la agresión, y el CA2 parece estar en el centro de este efecto», afirmó Siegelbaum a ABC.
Los científicos consideran que este hallazgo puede contribuir a las investigaciones sobre trastornos mentales como esquizofrenia o autismo, puesto que es probable que el CA2 sea el responsable de la violencia o el rechazo instintivo que manifiestan los pacientes afectados con este tipo de enfermedades.