En realidad, numerosos especialistas afirman que -pese al avance de la ciencia- no se han encontrado nuevos compuestos que resulten efectivos para combatir bacterias y virus.
Desde hace varios años, diferentes instituciones encargadas de la salud pública en todo el mundo, han manifestado su preocupación por la resistencia de diferentes bacterias a los antibióticos, ya que desde la aparición de este tipo de fármacos, muchas enfermedades permanecen controladas. Sin embargo, ese no es el fondo del asunto. En realidad, numerosos especialistas afirman que -pese al avance de la ciencia- no se han encontrado nuevos compuestos que resulten efectivos para combatir bacterias y virus.
Incluso, la Organización Mundial de la Salud menciona categóricamente en uno de sus comunicados que "una crisis sanitaria global que supone uno de los mayores desafíos para la salud", un suceso que irremediablemente estaría provocado por la ausencia casi total de antibióticos efectivos. Pero, aunque el panorama resulte devastador para la ciencia médica y la población general, los científicos buscan nuevas alternativas en la naturaleza, tanto en plantas como en insectos.
Es así que los investigadores de la Universidad Estatal de Carolina del Norte en Estados Unidos trabajan con hormigas, ya que, según diversas investigaciones, varias especies de estos insectos son productoras de fuertes antibióticos que hasta el momento no se han utilizado en seres humanos. Es decir, a los que las bacterias no pueden ejercer ningún tipo de resistencia. Los avances investigativos de este estudio se publicaron en la revista Royal Society Open Science, a inicios del pasado año. En su momento, Clint Penick, director de este estudio afirmó para el diario ABC que "nuestros hallazgos sugieren que las hormigas podrían ser una fuente futura de antibióticos para ayudar a combatir las enfermedades humanas"
De acuerdo con la publicación, los investigadores analizaron a 20 especies pertenecientes a la familia ‘Formicidae' (hormigas), debido a que este insecto produce sustancias naturales que lo recubren y evitan el contagio de virus y bacterias. Para averiguar la efectividad de dichas sustancias, los realizadores del estudio crearon un disolvente especial que aplicaron a los insectos y posteriormente, tomaron muestras del líquido producido por las hormigas y lo vertieron en un cultivo de bacterias.
El resultado obtenido mostró que 12 de las 20 especies evaluadas portaban antimicrobianos en sus exoesqueletos, lo que correspondía al planteamiento inicial de los investigadores: si el cultivo bacteriano crecía en menor proporción después de aplicar el líquido obtenido de las hormigas, significaba que éste contenía agentes antibióticos. Y aunque los resultados muestran una notoria efectividad, lo cierto es que los científicos aún no saben si puedan aplicarse a un gran número de bacterias porque solo se analizaron los efectos de las sustancias en un tipo específico de microorganismos.
Sin embargo, de acuerdo con Adrian Smith, coautor de la investigación, «nuestro siguiente paso será evaluar este efecto antibiótico con otras bacterias, determinar qué sustancias están produciendo este efecto y en qué condiciones se producen, y explorar qué estrategias alternativas emplean las hormigas para defenderse frente a los patógenos bacterianos»