En Bayamón donde por primera vez se introduce en Puerto Rico la costumbre de adornar un árbol en la época navideña.
Por: Yolimarian Torres
La historia del primer árbol de navidad se remonta al año 1866 y provino de las manos del Dr. Agustín Stahl, aguadillano de padre alemán y madre holandés, quien vivió en Alemania y estuvo en contacto con estas celebraciones navideñas.
Con gran seguridad, don Enrique Stahl, padre de Agustín Stahl, le hablaba a sus hijos en Aguadilla sobre la antigua costumbre alemana de adornar árboles durante la Navidad.
La historia indica que después de completar durante diez años sus estudios de medicina en Europa, el Dr. Stahl se estableció con su familia definitivamente en Bayamón en 1865. Por consiguiente, es en Bayamón donde por primera vez se introduce en Puerto Rico la costumbre de adornar un árbol en la época navideña.
Según señala Amelia Ceide en su libro "Stahl, Estudio biográfico":
"En el patio de su casa en Bayamón instaló el doctor Stahl el árbol de Navidad, adornado con luces y bellos objetos alusivos en las ramas e imitando desde la copa al tronco, con escarchas debidamente preparadas, la caída de la nieve en los países norteños. La víspera de la Navidad colgó en el ramaje del árbol innumerables juguetes y golosinas con los que su corazón generoso obsequiaría al día siguiente a todos los niños pobres que de los contornos de la ciudad llegarían hasta su casa en busca de alegría, el día de Navidad".
En Bayamón la gente lo bautizó con el nombre de: "El Arbol de Navidad del doctor Stahl". En Puerto Rico, al igual que en otros países, la costumbre de adornar árboles navideños ha echado profundas raíces.
Sin embargo, es lamentable que en nuestro tiempo el comercialismo desenfrenado le haya restado el sentido cristiano y lo haya convertido en un símbolo más del consumismo.
Símbolo cristiano
El árbol representa nuestros anhelos, esperanzas y sobre todo una expresión visual de la fe cristiana de nuestro pueblo. En él, el firmamento de estrellas está representado en las luces de colores que prenden y apagan. El árbol navideño es una representación del misterio de la encarnación de Dios en la tierra.
Es un rito y culto a la naturaleza siempre viva y reluciente. Es el triunfo de la luz sobre las tinieblas, del bien que vence al mal. Rescatemos esta antigua práctica, adaptándola con un profundo contenido cristiano.
Fuente consultada aquí.