Antes de la era biológica, el tratamiento médico de los pacientes con Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII) estaba dominado por el uso de aminosalicilatos, corticosteroides e inmunosupresores.
Por: Redacción MSP
Antes de la era biológica, el tratamiento médico de los pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal (EII) estaba dominado por el uso de aminosalicilatos, corticosteroides e inmunosupresores. En las dos últimas décadas, la aparición de agentes biológicos dirigidos a componentes específicos de la respuesta inmunitaria ha mejorado enormemente el tratamiento de los pacientes con enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa (CU).
Sin embargo, no todos los pacientes responden o mantienen la respuesta al tratamiento biológico y algunos desarrollan acontecimientos adversos que obligan a interrumpir el tratamiento. Además, la sensibilización con formación de anticuerpos antifármaco es una limitación inherente a la administración de anticuerpos monoclonales.
Esta circunstancia ha generado un renovado interés por el desarrollo de nuevos fármacos orales de molécula pequeña (SMD) que sean eficaces y bien tolerados. En la actualidad se están desarrollando varias clases de SMD que prometen una administración oral y una gran potencia.
En esta revisión, resumimos los diferentes mecanismos de administración oral de fármacos en el tracto gastrointestinal, destacamos los hallazgos clave de los ensayos aleatorizados de fase II y III de nuevos SMD orales, y discutimos cómo es probable que los SMD orales se integren en los futuros paradigmas de tratamiento de la EII.
En la actualidad, los programas de desarrollo más avanzados consisten en la evaluación de compuestos que bloquean los receptores de la Janus quinasa (JAK) o modulan los receptores de la esfingosina-1-fosfato (S1P).
Recientemente, se ha aprobado el tofacitinib, un inhibidor oral de la JAK, para el tratamiento de la CU de moderada a grave. Varios inhibidores más selectivos de la JAK-1, como el filgotinib y el upadacitinib, también han dado resultados positivos en estudios de fase II y actualmente se están inscribiendo en programas de desarrollo de fase III.
Del mismo modo, el ozanimod, un agonista de los receptores S1P1 y S1P5, ha arrojado resultados favorables y se encuentra en fase III. Cuando estos y otros nuevos SMD orales lleguen al mercado, habrá que responder a varias preguntas.
Habrá que evaluar la rentabilidad, la eficacia comparativa del tratamiento, los factores predictivos de respuesta y la seguridad relativa de los DME orales en comparación con las terapias existentes.
Dadas las modestas tasas de eficacia observadas hasta la fecha tanto con los tratamientos biológicos como con los nuevos DME, el potencial de una terapia combinada basada en una opción oral no sensibilizante es prometedor y puede verse facilitado por el desarrollo de terapias órgano-específicas con actividad farmacodinámica restringida al intestino para minimizar la toxicidad sistémica.