Tratamiento antihipertensivo en pacientes con enfermedad obstructiva crónica

Por tratarse de la enfermedad crónica concomitante más común en pacientes con Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (COPD), los clínicos deben enfrentarse al reto de ajustar los tratamientos de estos pacientes

Medicina y Salud Pública

    Tratamiento antihipertensivo en pacientes con enfermedad obstructiva crónica

    Dra. Karen Martínez
    Agencia Latina de Noticias de Medicina y Salud Pública

    La definición de hipertensión arterial fue modificada recientemente por el American College of Cardiology – American Heart Association como una presión arterial sistólica de más de 130 mmHg, una presión diastólica de más de 80 mmHg, o ambas; lo que significa que más personas entran en el rango de diagnóstico.  

    Por tratarse de la enfermedad crónica concomitante más común en pacientes con Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (COPD), los clínicos deben enfrentarse al reto de ajustar los tratamientos de estos pacientes según los efectos secundarios a nivel pulmonar y cardiovascular, teniendo en cuenta que además coexisten en contexto con la obesidad, la diabetes, la apnea obstructiva del sueño, entre otras enfermedades.

    En el caso particular del COPD, esta enfermedad se caracteriza por una inflamación sistémica crónica que, en combinación con la disfunción endotelial de la Hipertensión arterial, conducen a un mayor riesgo de eventos cardiovasculares. Por lo que, el manejo de ambas patologías debe ser riguroso.

    Como medicamentos de primera línea para pacientes hipertensos con COPD, se recomiendan los diuréticos tiazídicos ya que no afectan la función pulmonar. Aunque debe realizarse un monitoreo periódico de electrolitos por el riesgo de alcalosis metabólica e hipercapnia en estos pacientes. Por otro lado, los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) y bloqueadores del receptor de angiotensina (BRA) pueden proporcionar protección cardiovascular y pulmonar, aunque el primero puede asociarse a eventos adversos como tos, broncoespasmo y angioedema en pacientes que además usan antihistamínicos y glucocorticoides sistémicos, por lo que los BRA pueden ser preferibles por ser más fáciles de tolerar y tener menos efectos adversos. A diferencia de los diuréticos tiazídicos, los IECA y los BRA pueden aumentar los niveles de potasio, lo que puede compensar el riesgo de hipocalemia por el uso frecuente de ß2 agonistas inhalados.

    El uso de betabloqueantes no cardioselectivos como el Carvedilol o el Propanolol no se recomiendan en ningún escenario clínico que involucre enfermedad reactiva de las vías respiratorias, sin embargo, los agentes betabloqueantes cardioselectivos en todos los pacientes con EPOC pueden usarse en pequeñas dosis iniciales, con una escalada lenta de dosis para minimizar los riesgos de hipotensión, bradicardia o empeoramiento de los síntomas pulmonares.

    Cuando la presión arterial no se controla adecuadamente en pacientes con EPOC, el uso de medicamentos concomitantes debe evaluarse a fondo una vez que se haya verificado el cumplimiento del régimen antihipertensivo. Además de los glucocorticoides sistémicos, así como los descongestionantes orales e intranasales de venta libre, que pueden causar hipertensión, las interacciones farmacológicas pueden afectar negativamente el control de la presión arterial y predisponer a los pacientes a resultados adversos.

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