Trasplantes de riñón sin transfusión sanguínea: nueva opción para testigos de Jehová

Los pacientes testigos de Jehová suponen un reto para la medicina. Debido a sus creencias, estas personas no pueden aceptar transfusiones de sangre

Medicina y Salud Pública

    Trasplantes de riñón sin transfusión sanguínea: nueva opción para testigos de Jehová

    Agencia Latina de Noticias Medicina y Salud Pública

    Los pacientes testigos de Jehová suponen un reto para la medicina. Debido a sus creencias, estas personas no pueden aceptar transfusiones de sangre, tratamientos oncológicos o recibir un trasplante de órganos, acciones que en un gran número de casos son imprescindibles para salvar vidas. Por ello, los protocolos médicos han cambiado para esta comunidad, todo con el objetivo de garantizar un servicio de médico eficiente y de calidad.

    De hecho, hoy en día, a causa del conflicto ético que generan los creyentes, los hospitales solicitan un consentimiento expreso a los cirujanos o médicos tratantes de realizar transfusiones sanguíneas en caso de que deban someterse a una cirugía. Si las personas no acceden a firmar el documento, el centro médico y los doctores se abstienen de practicar el procedimiento, a pesar de que la vida del paciente se encuentre en grave riesgo.

    Sin embargo, los avances científicos han permitido que se abran nuevas opciones de tratamiento para los testigos de Jehová. Por ejemplo, en el Hospital del Mar ubicado en Barcelona se ha creado un protocolo para realizar trasplantes renales, minimizando los riesgos de posibles transfusiones de sangre. O ni siquiera utilizando sangre externa a la del paciente. Desde que esta iniciativa comenzó, ya se han operado un par de casos.

    Un protocolo estricto para doctores y pacientes

    Tal y como lo explica el Diario El País, la parte inicial y una de las más importantes de este proyecto es el consentimiento del médico a operar, pase lo que pase, sin valerse de las transfusiones de sangre. También, se llevan a cabo análisis médicos y una preparación para la cirugía más estricta que para un paciente habitual. Esto consiste en la administración de fármacos o toma de medidas concretas para reducir los riesgos de sangrado. "El problema con los testigos de Jehová al no aceptar transfusiones es que supone un impedimento de cara a programar la cirugía. Y ese impedimento muchas veces es por el propio colectivo médico, que no quiere asumir los riesgos que supone aceptar no trasfundir, no utilizar esa herramienta cuando en el caso de una anemia aguda puede curar a una persona tras una cirugía", explicó el doctor Lluís Cecchini, jefe del servicio de Urología y Cirugía del Trasplante del hospital del Mar al periódico español.

    Durante el preoperatorio, dado el alto riesgo de padecer anemia, los médicos suministran en dosis personalizadas, una hormona que contribuye a la producción de hematíes, células sanguíneas encargadas del transporte de oxígeno a todo el organismo. De esta manera, se tendrán unos mayores niveles de hemoglobina -que no disminuirán considerablemente- a pesar del fallo renal. Es decir, el receptor del trasplante de riñón se mantendrá estable y seguro durante el procedimiento.

    Al entrar a cirugía, el personal de enfermería y otros especialistas monitorean un equipo conocido como cell saver, cuya función es recuperar la sangre del paciente en operación y así trasfundirla a él mismo. Bien es sabido que un trasplante de riñón es un procedimiento quirúrgico con alto riesgo de transfusión de sangre, puesto que es una cirugía con un gran aspecto cardiovascular.

    Tras la operación, los médicos tratantes siguen los protocolos convencionales a pesar de que el riesgo de necesitar una transfusión se eleve al 41%. Lo más importante de esta etapa del proceso es vigilar constantemente al receptor del órgano, para así prevenir la pérdida de sangre por medio de una reintervención, utilizando el cell saver y otras formas de tratamiento.

    Los médicos de la Unidad de Nefrología también enfatizan que es un protocolo en el que doctores y pacientes deben estar 100% de acuerdo. Por una parte, los médicos deben sobreponerse al dilema ético y por otra parte, los pacientes deben asegurarse de recibir el tipo de atención que quieren.

    Desde que se lleva a cabo este programa, se ha realizado un trasplante entre personas de la misma confesión y otro trasplante con donante cadáver.

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