Reconocer la vocación y la necesidad de ayudar a los demás es la clave para ser un buen médico

Hija de una dentista, siempre tuvo inclinación por las profesiones que se relacionan al campo de la salud. Su disciplina y amor por el estudio le permitieron alcanzar las metas propuestas en el ámbito profesional.

Medicina y Salud Pública

    Reconocer la vocación y la necesidad de ayudar a los demás es la clave para ser un buen médico

    Hija de una dentista, siempre tuvo inclinación por las profesiones que se relacionan al campo de la salud.

    Dr. Noridza Rivera, Hematologa y Directora de la sección de hematología de la Escuela de Medicina.

    Marcela Moreno Wilches
    Agencia Latina de Noticias Medicina y Salud Pública

    En entrevista con la Revista Medicina y Salud Pública (MSP), la doctora Noridza Rivera, directora de la sección de hematología de la Escuela de Medicina, compartió cómo ha sido su trayectoria en el campo de la medicina, donde ha logrado superar el prejuicio de venir de una institución pública y a  temprana edad, convirtiéndose en la facultativa más joven.

    Hija de una dentista, siempre tuvo inclinación por las profesiones que se relacionan al campo de la salud. Su disciplina y amor por el estudio le permitieron alcanzar las metas propuestas en el ámbito profesional a pesar de lo cuesta arriba que pareció el camino al principio.

    Ingresó a la universidad a los 16 años llegando de una escuela pública de Río Piedras y haciendo sus estudios en el Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico. 

    Su ánimo nació de la inspiración para seguir los pasos de su mamá.  Su inclinación por el mundo de la medicina fueron su enfoque para centrarse en la oncología. 

    En su segundo año, tras analizar la complejidad que esconde el campo de la medicina y luego de estudiar las enfermedades de hematología y oncología, se dio cuenta sin pensarlo que sus clases favoritas cuando estaba en bachillerato eran: genética, inmunología y todo lo que se relacionaba a esta especialidad, así que ratificó su interés por ser una oncóloga. 

    “Acá uno se enamora de la parte humana, de que no es solamente un campo donde hay muchas oportunidades de investigación, de evolución, nuevos tratamientos, sino que también está el toque humano con el paciente, un paciente que es muy agradecido, la relación que uno tiene con el paciente oncológico es bien diferente a la relación que uno puede tener con otras especialidades”, expresó.

    Diferentes señales le fueron indicando que ese era el camino correcto para ella. Desde su parte humana, la profesión no solo le ha permitido sumar aportes en el campo del saber al servicio de quienes más lo necesitan, sino que también ha podido aportar desde lo que aprendió en su niñez: la incondicionalidad y el apoyo a los demás. 

    La parte dolorosa de su profesión

    Los valores y la enseñanza de su hogar, además de la pérdida de su padre a temprana edad la prepararon para tener un buen tacto a la hora de comunicar malos resultados o acompañar a sus pacientes en su dolor.

    La doctora Noridza Rivera indicó que tener una palabra de aliento para sus pacientes es clave, sobre todo en un proceso donde se da a conocer un diagnóstico que es difícil. Su labor se enfoca en trabajar para contrarrestar los efectos de una enfermedad que representa una lucha diaria con un resultado que  puede ser sorpresivo. 

    Casos que guarda en su corazón

    No solo los casos en los que el paciente supera su condición generan satisfacción, hay casos en los que los pacientes lamentablemente fallecen, y también queda la satisfacción de haber podido ayudar a las familias y el agradecimiento que ellos muestran por haberlos acompañado en el proceso, es lo que hace que como profesional se marque una diferencia, explicó la doctora Rivera.

    “Yo tengo muchos pacientes de leucemia. Y cuando uno piensa en leucemia, piensa en un diagnóstico devastador o, mucha gente piensa que es sinónimo de muerte. Y poder ver a pacientes disfrutando con sus nietos o celebrando sus aniversarios o disfrutando momentos que no creían que podían compartir, lo llena a uno de satisfacción”, indicó la especialista.

    Sus hobbies 

    En el tercer año de medicina supo que necesitaba un respiro y un balance, así que comenzó a tomar clases de portugués para salir un poco de este campo que a veces llega a consumir por completo el tiempo del profesional de la salud.

    La doctora Nodriza Rivera además, es amante de la cocina y le encanta experimentar con nuevos platos en sus horas lejos de los pasillos y las habitaciones de las clínicas y hospitales.

    Barreras en la medicina 

    Su aspecto físico toda la vida la ha hecho verse más joven de lo que es, y aunque para algunos esta podría ser una ventaja, en el campo médico se ha convertido en una barrera con la que ha tenido que luchar como su estatura, su edad y el hecho de ser mujer en una profesión donde la figura masculina no solo es notoria sino determinante. 

    Para ella aun es evidente la diferencia entre hombres y mujeres por eso se centra en demostrar que cuenta con los conocimientos y la capacidad de manejar diferentes casos

    La medicina, una carrera de sacrificio

    Entre sus estudios lo que más le costó fue estar lejos de la familia, pero ahora ellos son su prioridad, la especialista sabe que el tiempo con la familia no se recupera por lo que considera que debe existir un balance entre ser profesionales, pero saber valorar que la familia debe ocupar siempre el primer lugar.

    “Mucha gente dice que los médicos estudiamos medicina por el dinero, pero a mí se me hace muy difícil creer eso, tal vez hay otras maneras más fáciles de conseguirlo, que no impliquen tantos sacrificios. Esta es una carrera de vocación, tiene que ser para una persona que le nazca el deseo de ayudar a los demás, porque sin vocación, tú podrías tener todo el dinero del mundo y podrías tener la oficina más llena, pero sin vocación no vas a marcar la diferencia en la vida de una persona como lo hace un buen médico”, concluyó.

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