La prueba de sangre para detectar el VIH no debería limitarse en Puerto Rico, Dr. Morales

El especialista hace énfasis en la evolución del tratamiento para el virus del VIH, y los esfuerzos llevados a cabo para combatir la infección.

María Camila Sánchez

    La prueba de sangre para detectar el VIH no debería limitarse en Puerto Rico, Dr. Morales

    El Dr. Javier Morales, infectólogo y pionero en la investigación de este virus en Puerto Rico y el mundo, en exclusiva para la revista Medicina y Salud Pública (MSP), recuerda que para los años 80, cuando fueron arribando los primeros casos de VIH en la isla, era una infección potencialmente mortal para las personas que padecían esta condición.

    Respecto a los avances el Dr. Morales indicó que a nivel mundial, Puerto Rico es uno de los territorios donde mejor se trata esta condición: “En puerto rico no hay un paciente VIH positivo que no esté siendo tratado con los medicamentos correspondientes”, aseguró.

    Ahora bien, el especialista asegura que el factor educativo debe ser la principal herramienta para prevenir el contagio de VIH. 

    “La enseñanza en cuanto al sexo seguro se abandonó hace muchos años, y se vio más sesgado con la llegada del COVID, pero debe seguir. Ha habido un descenso en el número de contagios en Puerto Rico, ya que contamos con otros factores como la profilaxis pre exposición, pero no en todas las personas funciona de la misma manera”.

    En los últimos años, se ha fomentado la iniciativa de pruebas ambulatorias para la detección del VIH en áreas de alto riesgo, aunque algunas leyes prohíben esta práctica. Desafortunadamente, esto ha limitado la detección del virus y el inicio del tratamiento en aquellas personas que no cuentan con un acceso fácil a los centros de salud.

    Se ha bajado la guardia en términos de seguimiento. En Puerto Rico se ha incentivado la iniciativa de pruebas de VIH en áreas de alto riesgo, pero hay leyes que prohíben que las enfermeras puedan realizar las pruebas de sangre. Eso ha limitado dramáticamente la detección de este virus.

    Con la llegada de la pandemia por COVID-19 y la emergencia inmediata que esta supone, la pandemia por el virus del VIH ha quedado un poco sesgada, pero esto no quiere decir que haya desaparecido, de hecho, más de medio millón de personas falleció a lo largo del 2020 como consecuencia de esta condición.

    Historia de los avances clínicos 

    Para la época, al no haber una cura para el VIH, el personal médico disponible se ocupaba de aliviar la sintomatología derivada de la infección como la pulmonía, encefalitis, ceguera, entre otros. “La primera droga que comienza a experimentarse en Puerto Rico fue para 1985, el AZT RETROVIR, cuyas dosis eran tan grandes que llegaban a ser tóxicas generando anemia y muchos otros efectos secundarios”.

    En la década de los 90, inician las terapias efectivas contra el virus que consistían en la combinación de medicamentos similares al AZT mediante la cual lograron controlar parcialmente la expansión del virus, sin conseguir los resultados esperados debido a la gran cantidad de píldoras  que debían ser suministrados a los pacientes durante el día. 

    Sin embargo, es en 1998 cuando este tratamiento logra sintetizarse en tres cápsulas que permitieron abarcar más de cerca el virus logrando controlarlo de manera más eficaz. Los avances médicos y científicos de los últimos años han permitido reducir estos tres medicamentos a uno solo, logrando aumentar las expectativas de vida, y mejorando su calidad aun cuando el virus no tiene una cura definitiva.

    “¿Cómo funcionan los medicamentos? cuando el virus comienza a invadir una célula, y es ahí donde se interrumpe el ciclo de vida de ese virus. Si no hubiese virus circulando y tú tomas la medicina, la medicina no está haciendo nada”, explica el doctor Morales.

    Se llevaron a cabo las pruebas pertinentes para desarrollar una vacuna que pueda contrarrestar los efectos del VIH, pero al ser un virus intracelular, no se obtuvieron mayores resultados. De ahí se empezaron a adelantar estudios para implementar la barrera genética en el tratamiento, que es la responsable de evitar que el virus desarrolle resistencia a los medicamentos. Este descubrimiento ha supuesto un cambio significativo para la salud de estos pacientes desde el año 2005.

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