La vida del primer puertoriqueño en recibir un trasplante simultáneo de corazón y riñón

Medicina y Salud Pública

    La vida del primer puertoriqueño en recibir un trasplante simultáneo de corazón y riñón

    Ingerny Polanco
    Agencia Latina de Noticias Medicina y Salud Pública

    ¿Cómo recibir un trasplante dual de corazón y no morir en el intento? Luis Correa de Jesús tiene la respuesta a través de su experiencia, compartiendo cómo ha sido su vida antes, durante y después de ser sometido a un trasplante simultáneo de corazón y riñón, del cual hacen ya 12 años.

    Todo comenzó en 1983, cuando el resultado de una biopsia determinó que Luis tenía una condición denominada glomerulonefritis membranosa, la cual es la inflamación de los pequeños filtros de los riñones. 

    A raíz de esta situación, los especialistas que consultó le recomendaron un seguimiento médico exhaustivo, pero por desconocimiento y falta de experiencia no acudió de manera frecuente a las terapias, lo que desencadenó que su riñón derecho se atrofiara, a  tal punto, que hubo que recurrir a la diálisis.

    En ese entonces, Luis trabajaba en el Tribunal de Menores de San Juan, por lo que optó por comenzar con la diálisis peritoneal desde su casa, lo que conllevaba un proceso de nueve horas diarias y el riesgo de obtener una infección, la cual se convirtió en realidad, pues obtuvo una peritonitis. 

    “A pesar de tener todas las precauciones de lugar, una de las soluciones que me introdujeron en la cavidad peritoneal, a través de esa diálisis, estuvo defectuosa, lo que provocó que estuviera hospitalizado por 31 días debido a una infección”,


    explica Luis.

    Con el pasar de los días, su estado de salud continuaba igual, lo que condujo a Luis a dar inicio a un tratamiento de hemodiálisis, en el cual una máquina va filtrando los desechos, sales y líquidos de la sangre cuando los riñones ya no son lo suficientemente saludables como para funcionar de manera adecuada. Sin embargo, este tratamiento era provisional para él, pues la manera de corregir el problema en su totalidad era a través de un trasplante de riñón.

    Un guerrero que luchó por su salud

    Cardiomiopatía dilatada y hepatitis C, son solo dos de los grandes obstáculos que tuvo que enfrentar Luis para recibir una nueva oportunidad de vida, pues con el corazón funcionando al 25% de su capacidad, no se encontraba en condiciones para someterse a un trasplante de riñón, así que, los especialistas determinaron que su única opción era que se llevara a cabo un trasplante simultáneo de corazón y riñón, algo nunca antes ocurrido en Puerto Rico.

    Así pues, ya habiendo solucionado las condiciones médicas que tenía y con todos los permisos del Medicare, Luis se encontraba en la lista de espera del Hospital Auxilio Mutuo y en la del Centro Cardiovascular. En ese proceso, recibió tres llamadas de confirmación, de las cuales las dos primeras fueron intentos fallidos, pero la tercera fue la vencida.

     “En el momento que se comunicaron conmigo ya no tenía ninguna complicación de salud que impidiera el trasplante, de modo que la cirugía pudo llevarse a cabo de manera exitosa y a los 10 días me otorgaron el alta en el hospital”,

    manifiesta.

    Nuevas oportunidades de vida, gracias de la donación de órganos

    A pesar de lo delicado del proceso en este tipo de operaciones, no hubo complicaciones mayores. El único incidente ocurrido fue cuando Luis presentó un cuadro de deshidratación, producto de un episodio de vómitos, náuseas y diarrea, pero esto fue una reacción provocada por  un medicamento.

    Desde entonces, todo ha transcurrido con normalidad y la vida de Luis se ha visto impactada positivamente. Este trasplante le ha permitido pasar tiempo de calidad con sus seres queridos, ver su descendencia crecer, tener más tiempo para colaborar en la iglesia y servir como voluntario en la Fundación LifeLink, la cual  se dedica a la recuperación de órganos y tejidos para la terapia de trasplante.

    Además, someterse a esta operación no solo impactó la vida de Luis, sino también la de su familia. “Mi papá y yo tuvimos una relación tormentosa, provocada por diferentes situaciones que pasaron en nuestras vidas, sin embargo, este acontecimiento nos unió. Esto, además de ser un milagro de salud, fue para mí un milagro de restauración”, cuenta. 

    Hoy, luego de más de una década, Luis disfruta de un regalo de vida que pudo materializarse gracias a la donación de órganos y exhorta a las personas a educarse en el tema para entender su importancia y comprender el proceso. 

    “La clave está en la educación, porque mucha gente no se inclina a la donación de órganos por miedo. No dejemos que el desconocimiento nos impida regalar una nueva oportunidad de vida”,

    concluye.

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